Lo que me gusta de Moon son sus blancos pasillos cuidadosamente acolchados, sus sucias y eficientes máquinas, sus tableros iluminados por pantallas e indicadores multicolores… En definitiva, toda la parafernalia decorativa y efectista que suele rodear una historia clásica de ciencia-ficción en el espacio.

La película es poco más que todo eso.

A Moon se le notan errores que, al menos en parte, podrían haberse evitado con un montaje más cuidado. Además, la pretendida originalidad del guión queda difuminada en un planteamiento bastante convencional, superficial y precipitado que resta verosimilitud a las reacciones de los personajes.

Pero también se le notan buenas intenciones y, para ser una ópera prima, el conjunto se disfruta a pesar de ser, a la vez, decepcionante.

Sam Rockwell lleva dignamente el peso de la película, con la ayuda de Gerty, un leal y parece que afectuoso robot auxiliar, al que presta su voz Kevin Spacey.

Para pasar bien el rato, sin excesivas complicaciones.