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Voto de Yago Paris:
4
Drama Isabelle, una hermosa joven de 17 años que pertenece a una familia de clase alta de París, parece tener el mundo a sus pies. Pero tras un verano en el que la pérdida de la virginidad le resulta decepcionante, un viaje de autodescubrimiento sexual la embarcará a partir del otoño en una doble vida: estudiante de día y prostituta de lujo por las tardes. Esta es su historia, a través de cuatro estaciones y cuatro canciones. (FILMAFFINITY)
21 de agosto de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La expectación ante el nuevo trabajo de François Ozon viene totalmente determinada por la revolución cinematográfica que supuso su anterior película (En la casa, 2012, ganadora de la Concha de Oro a la mejor película en el festival de San Sebastián), que terminaba de confirmar el potencial de uno de los directores europeos más originales de los últimos tiempos. El francés, sin embargo, en una total emulación de la irregular metodología de trabajo de Woody Allen, presenta, menos de un año después, una obra totalmente insulsa y tópica, que saca a relucir los mayores defectos de este también irregular cineasta.

El inicio es totalmente hitchcockiano, con una morbosa y perversa escena de voyeurismo incestuoso, pero que, lamentablemente, supondrá una de las muchas líneas narrativas que quedarán descolgadas, pues esta historia sobre el descubrimiento de la sexualidad por parte de una joven, y del poder que su juventud y belleza le otorgan, convierte toda una serie de planteamientos morales y de gran calado social en meros clichés, que, tratados superficialmente, pierden todo interés: hija mimada, a la que no le falta de nada y que, por ello, busca algo que la evada y le haga sentir algo, causando serios problemas en una familia burguesa con indicios de desestructuración (otra línea narrativa descolgada). Que no falte el psicólogo.

La elección de Marine Vacth como protagonista no mejora el panorama, demostrando ser una modelo que juega a ser actriz, ofreciendo una actuación vacía, consistente en miradas perdidas y sonrisas pícaras, a la que se suma la confirmación de las preocupantes carencias de puesta en escena de Ozon, entregando un resultado final endeble y narrativamente opaco, que promete mucho, pero en el que, de manera bochornosa, las letras de las canciones de cada estación acaban convirtiéndose en guías imprescindibles para tratar de entender lo que se pretende relatar en cada momento.


Esta, y otras críticas, en http://blogquenuncaestuvoalli.blogspot.com.es/
Yago Paris
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