Acabo de terminar el último episodio de la última temporada de esta obra maestra llamada "The Wire". Después de ir a ritmo de un episodio diario (sin excepciones) me veo en la obligación de escribir una crítica, pues el cuerpo y, sobre todo, la conciencia, así me lo pide.
A lo largo de estos 60 episodios he podido disfrutar de las peripecias de un joven detective alcohólico y mujeriego de ascendencia irlandesa, llamado Mcnulty, y dolor de cabeza para los "gángsters" de Baltimore; de las jergas de los chicos de las calles de Baltimore (la ciudad basura de América) ante el suministro y venta de narcóticos; de todo el entramado complejo que existe en este mundo a nivel político, educativo y periodístico; de la dificultad y dejadez que existe en el aprendizaje diario de las escuelas y así podría enumerar todas las cosas que me han fascinado de esta serie pero me cortarían la crítica por exceso como afirmo en el título de la misma. Además pienso que ya se ha dicho todo sobre esta jodida gran serie. En The Wire hasta los insultos y palabrotas son una obra maestra, en The Wire no sobra ni una puta escena, ni un puto diálogo ni una puta palabra.
¡Esto es una serie joder!