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España España · Almería
Voto de Lorentz:
3
Thriller. Drama 2003, mientras los políticos británicos y estadounidenses maniobran para invadir Iraq, la traductora del GCHQ (Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno Británico) Katharine Gun (Keira Knightley) filtra un e-mail clasificado que urge a espiar a miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para forzar una resolución para ir a la Guerra. Acusada de romper el Acta de Secretos Oficiales y enfrentándose a prisión, Katharine ... [+]
31 de marzo de 2023
2 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de una apología sólo dirigida a los naturales de países europeos, o de raíces europeas. Cinematográficamente correcta: si uno pudiera olvidarse de que defiende una mala causa, se emocionaría con el supuesto altruismo, con la pareja fiel, la defensa de unos valores, el trabajo de un buen abogado… Qué pena carecer de la suficiente ignorancia para que pase inadvertida la mala causa.

La película pretende ocultar que Katharine Gun se convirtió en una celebridad, una heroína para las masas socialistas o musulmanas que se manifestaban contra el derrocamiento de Sadam Huseín. La agonía descrita en el filme no fue tal, ni se quedó sin futuro.

El abogado activista de izquierdas (de “derechos humanos”, en su lenguaje) Ben Emmerson, interpretado por Ralph Fiennes, afirma que Margaret Thatcher había legalizado que el gobierno mintiera. En realidad, lo que hizo fue intentar impedir que los socialistas sabotearan los esfuerzos bélicos de la nación, cuando exigían pruebas judiciales sobre cualquier acto del enemigo que debiera ser contestado. Satisfacer tales exigencias, llevaría a revelarle cuánta información de inteligencia se conoce, y cómo se conoce. Reduciendo al absurdo, llevaría a tener que demostrarle a un juez, antes de cada disparo en el frente, que el enemigo está disparando también.

La película finge que es muy malo espiar a diplomáticos extranjeros, para presionar en favor de los intereses nacionales. Es decir, es muy malo espiar. Pero de nuevo, sólo si lo hacen países de raíces europeas. Los demás, que hagan lo que quieran, que ya los autodestruirán sus propias izquierdas, cuando las tengan.

La película finge que el régimen de Sadam no era una amenaza, poco después de haber estado en guerra por Kuwait, y después de que gaseara con armas químicas a los kurdos. Ah, pero es que los aliados no pudieron encontrar más armas de esas. Seguro que el régimen no las ocultó, ni las sacó del país al ser invadido; es más, seguro que las ojivas vacías sólo las guardaban para adornar. Nunca, nunca más, Sadam iba querer armas malas, por eso colaboraba tantísimo con los inspectores de la ONU.

Contra “la guerra”. Pero sólo si puede favorecer a un país de raíces europeas, en conflicto contra otro que no lo sea. Saboteamos el esfuerzo bélico, impedimos que se emplee con contundencia contra los apoyos y reductos del enemigo. Y luego fingimos que la elevada cifra de muertos resultante de esa inoperancia, no es culpa de los progres saboteadores, sino todo lo contrario. Y aprovechamos la cobardía de nuestros líderes al presionarlos en la calle, para que nuestras traiciones queden impunes.
Lorentz
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