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Togo Togo · Noplace
Voto de AGF:
9
Drama Walt Kowalski (Clint Eastwood), un veterano de la guerra de Corea (1950-1953), es un obrero jubilado del sector del automóvil que ha enviudado recientemente. Su máxima pasión es cuidar de su más preciado tesoro: un coche Gran Torino de 1972. Es un hombre inflexible y cascarrabias, al que le cuesta trabajo asimilar los cambios que se producen a su alrededor, especialmente la llegada de multitud de inmigrantes asiáticos a su barrio. Sin ... [+]
10 de abril de 2009
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Walt, magistralmente interpretado por Clin Eastwood, es un personaje (un personaje cojonudo) constantemente cabreado, racista, patriota, malhablado, desagradable y misteriosamente entrañable, como esta película. Incluso a veces lo comprendemos (su familia pone de mal humor a cualquiera).

Así que, en una magnífica y presunta despedida como actor, Eastwood nos regala un bello melodrama que renova algunos tópicos clásicos para someter a su personaje a una evolución de la que el espectador, inevitablemente, es partícipe.
A veces, Eastwood, con su presencia imponente, su actitud taciturna y su mirada melancólica y sabia, es capaz de ponernos al borde del llanto al transmitirnos los sentimientos de su personaje. Otras veces, cuando se pone a insultar y a intimidar a pandilleros, nos pone palotes.
Un prodigio rítmico. Visual e interpretativamente notable. "Sin fisuras".

Algo que me llamó la atención, y que me apetece comentar aunque sea una chorrada, es el repetitivo y no demasiado gracioso gag de "atontao", "jamón", y "yogur". Pero es que a las personas mayores les es imposible pronunciar correctamente palabras extrangeras, por mucho que les repitas cómo se dicen.

Fantásticas las conversaciones con el peluquero y con el tipo que trabaja en la construcción. Brutal y catatónico desenlace.

Por otra parte, Gran Torino es, en cierto modo, un retrato de la sociedad en la que vivimos: incomprensiva, enemistada consigo misma porque sí, en constante cambio, repleta de gilipollas.

PD. Siento el deber de comunicar que, al final de la película, la sala estaba literalmente muda. Consternada, quizá conmovida, mirando a la pantalla. Fue un momento, a su manera, mágico.
AGF
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