Pese a que soy un gran ateo (y sabe Dios que así seguirá siendo mi condición), esta quizás sea la película que más me ha acercado a la iglesia católica apostólica y romana. No para admirarla ni sumarme a sus fieles, sino para entenderla.
Un casi perfecto guion de Anthony McCarten así como una magistral edición y dirección de cámara de Fernando Meirelles, consiguen retratar una conversación reveladora, inspiradora, transparente, desmitificadora y reconfortante.
Parafraseando: 'Nosotros vivimos en Dios, pero no somos él. Usted y yo somos humanos'.
La fe en Dios no es lo que define esta película, sino la fe en los hombres y mujeres.
Este filme fotográficamente exquisito (como lo fue Roma) es como escuchar en un mismo disco un tango, una zarzuela, una copla, una ópera, una canzone napolitana o un jazz, y que todos esos géneros empastan como uno solo. Y es que al final, los memorables Hopkins y Pryce nos han hablado de algo universal, que nos guste o no, forma parte de la humanidad.
Estamos no solo ante una de las tres mejores películas de Netflix en 2019, sino ante una de las cinco mejores películas del año. Netflix se está especializando en la fabricación de candidatas al Óscar.