Seguramente todos, entre los que me incluyo, esperaríamos al comenzar esta película, que esto sería tan solo una versión más mermada de “La habitación” más centrada en la misma, así como en la relación entre la víctima y el apresador.

Y así arranca, lo esperable, un hombre controlador, que traza un plan meticuloso para hacerse con su víctima, siendo la misma seleccionada casi de forma fortuita.
El aura que se genera rezuma un matiz enfermizo, una suerte de equilibrio entre el control y la impulsividad un tanto extraño, respaldado por los incontables tiros que se propinan por la película, y contrapuesto a la suerte de TOC que demuestra en la imagen de la habitación, así como el de la casa.

Rápidamente, la cinta empieza a pegar bandazos y a destrozar ese delicado equilibro del que gozaba, con un constante forcejeo entre los actores, que sustraen la sensación de control y autentica amenaza que supone el raptor.

Mas se alarga, peor se torna, si bien la razón que esconde la dama para verse en tal situación esconde una historia de fondo muy interesante, su desenlace es tan solo un corte en la cinta, sin desenlace para los acontecimientos, y mucho menos para los conflictos que estos pudiesen tramar.

El film falla al pretender resultar intrigante, y es que las toneladas de violencia no compensan la falta de información de la que se nos priva durante el transcurso de la misma.

Como ultima notación, las interpretaciones de los protagonistas son intachables.