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España España · El árbol de la ciencia, calle Pío Baroja
Voto de Lulita:
10
Thriller. Intriga. Terror El FBI busca a "Buffalo Bill", un asesino en serie que mata a sus víctimas, todas adolescentes, después de prepararlas minuciosamente y arrancarles la piel. Para poder atraparlo recurren a Clarice Starling, una brillante licenciada universitaria, experta en conductas psicópatas, que aspira a formar parte del FBI. Siguiendo las instrucciones de su jefe, Jack Crawford, Clarice visita la cárcel de alta seguridad donde el gobierno mantiene ... [+]
31 de julio de 2013
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conozco la película desde niña. Y siempre que la recuerdo, me viene a la mente la escena donde Clarice confiesa la razón de su huida del rancho de su tío (los corderos). Recuerdo su mirada cristalina y temblorosa, su rostro tenso y su ceño fruncido, mientras cuenta su pequeño gran trauma, envuelta en penumbra opresiva. A un psicópata, nada más y nada menos. Sincerarse, contar lo que jamás te habías atrevido a contar a nadie... ¡con un psicópata a quien estás interrogando! La conexión que se establece entre ambos es tan intensa, que llegas a sufrirla, a anhelarla. Y el clímax de dicha tensión, para mí, se produce en el momento en que, al entregarle los folios, le roza delicadamente la mano con un dedo (y, por supuesto, Clarice no siente rechazo... más bien todo lo contrario). Magistral, bellísimo.

¿Qué siente Hannibal por ella? Hay muchas conjeturas, y por lo que he leído, en "Hannibal" (una de sus secuelas) se deja claro ese tema. Pero yo, sin verla, sino basándome únicamente en lo que he visto en "El silencio de los corderos", presupongo que ha visto en ella un diamante en bruto, y decidió utilizar sus elevadas capacidades para hacer el Bien (¿una vez más?); es decir, transformarla, convertirla en una mariposa hermosa, y así regalar algo bueno al mundo. Se convierte en su obsesión, en un proyecto. Por eso no la mata. No quieres matar lo que tanto quieres, lo que has creado.

Y ella metamorfosea. Se convierte en una resplandeciente mariposa. Lo consigue, y Hannibal le dio la llave para ello: le permitió enfrentarse a sus propios fantasmas y madurar, salir adelante, en definitiva, acallar los gritos de los corderos en su mente. Desde luego, seguro fue un buen psiquiatra antes de meterse a devorar gente.

Pobre Buffalo Bill. Cuando cayó fulminado por el arma de Clarise, sentí congoja. Una infancia terrible, unos imperiosos deseos de cambiar, de salir de sí mismo y ser otro... como la crisálida a la que tanto mima. Despellejar y ponerse la piel de otro para así saciar sus más viscerales impulsos. Nada más que un animal trastornado, infeliz. El Thánatos autodestructivo. Y al final lo consiguió: acabaron con él, acabaron con su miseria y sus penurias. Sentí congoja, pero al mismo tiempo alivio. Ya no tendrá que padecer más la existencia, el permanente estado de crisálida, la frustración de no poder superarlo y estar por fin a gusto consigo mismo, ser normal.

En fin, una película grandiosa, puro thriller psicológico de calidad.
Lulita
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