Ralph Macchio y Pat Morita continúan siendo unos paquetes respecto a lo que se refiere a artes marciales. Esto es un gran problema porque los aciertos de la primera aquí nos los vemos por ningún lado. Pierde la frescura de la primera parte y si bien el principio sí llega a ser interesante por ver el desarrollo del maestro Miyagi, en seguida se vuelve repetitiva y poco y cansina. Una historia de odio y venganza absurda resuelta al más puro estilo Dickens en 'Cuento de Navidad'. Esta vez el entrenamiento brilla por su ausencia y por lo ridículo de su premisa. Ya en la anterior película el entrenamiento era absurdo pero al menos el chaval se esforzaba y hacia cosas. Aquí juega con un tamborcillo para aprender por sus propios medios el movimiento del tamborilero... vamos una chorrada en toda regla. Aquí Daniel-san adquiere super poderes como romper mogollón de bloques de hielo de un golpe porque sí.

Muy floja.