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Estados Unidos Estados Unidos · 544 Camp Street. New Orleans
Voto de Jinete nocturno:
1
Terror. Comedia India, 1231 aC. Unos guerreros indios se enfrentan con unas criaturas extrañas. En medio de esta batalla aparece de entre los muertos Premutos, un anti-Dios. El presente: Mathias es el hijo de una familia muy particular: un padre fetichista y una hermana con gustos sexuales peculiares. Él hace tiempo que sufre visiones en las que se desplaza a diferentes épocas y escenarios, y pronto descubrirá que él es el escogido, el hijo de ... [+]
2 de junio de 2010
10 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, amigos. Eso, y no otra cosa, es lo primero en lo que se me ha pasado por la cabeza al concluir el visionado de esta sublime perla, festival para los sentidos cortesía de ese supremo esteta del despiece llamado Olaf Ittenbach. Ya, ya lo sé: eso no tiene nada de particular. Al fin y al cabo, los paralelismos entre las obras de ambos directores son evidentes e indiscutibles, no puede negarse. Baste mencionar los siguientes aspectos:

-Ni uno ni otro permiten que su torrente creativo se vea cohartado por vulgares convenciones como un guión o la tópica inclusión de algo parecido a una estructura narrativa coherente.

-Las películas de ambos genios tienen forma holográfica: cada pequeña parte de ellas contiene a la totalidad. Da lo mismo verlas enteras, ver un cuarto de hora o seis segundos aleatoriamente escogidos: la impresión de estupefacción causada en el espectador permanece inalterable.

-El uso sistemático y continuo de la elipsis y lo subjetivo, dejando al espectador la “estimulante” tarea de tratar de ordenar las piezas y darles un sentido. ¿Lo mejor? Que en realidad no lo hay.

-El dialogo, en un acto de síntesis fruto de la hipérbole emocional, queda limitado a poco más que monosílabos, o, por el contrario, tiende a una inagotable retahíla de sonidos articulados carentes de todo significado más allá de aquél que puedan encontrarles los que se encuentran bajo los efectos de sustancias psicotrópicas o los iniciados en los arcanos del Surrealismo.

-La muerte, como causa última de las angustias existenciales del hombre, es el tema esencial en la obra de ambos autores. En esta “Premutos”, concretamente, es “omnipresente” ciento treinta y nueve veces, según el propio Ittenbach se encarga de recordarnos en los títulos finales -todo un detalle- (lo que demuestra, para que negarlo, una cierta superioridad en el tratamiento del detalle del alemán sobre el soviético). En efecto, creo que en esta difícil comparación, Ittenbach prevalece.

No hay duda; lo que tenemos aquí es una obra de culto, algo único e impagable. Una obra maestra absoluta del Cine que, lejos de conformarse con remover tu espíritu, algo ya muy manido, prefiere tratar de removerte las tripas. Y esto, y es lo más meritorio, lo consigue con sobriedad y finura, con sutileza, sin recurrir otra cosa que a trece ultraexplícitas evisceraciones (entendiendo por tales la exhibición de intestinos y órganos internos varios) cinco desmembramientos completos, veintiocho amputaciones de brazos y piernas, diecisiete decapitaciones (siete de ellas a disparos), tres sujetos desollados vivos (dos de ellos exquisitamente devorados in situ), una elegante escena concerniente a un moco volador (más nauseabunda que todo lo anterior junto) y otro centenar de detalles de buen gusto que todo amante del cine admirará. –en efecto, me he tomado la molestia de contarlos: Olaf lo merecía-.

Lo dicho: un clásico imprescindible que te fascinará. Sólo para gente con criterio.
Jinete nocturno
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