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Estados Unidos Estados Unidos · 544 Camp Street. New Orleans
Voto de Jinete nocturno:
10
Terror Jack Torrance se traslada con su mujer y su hijo de siete años al impresionante hotel Overlook, en Colorado, para encargarse del mantenimiento de las instalaciones durante la temporada invernal, época en la que permanece cerrado y aislado por la nieve. Su objetivo es encontrar paz y sosiego para escribir una novela. Sin embargo, poco después de su llegada al hotel, al mismo tiempo que Jack empieza a padecer inquietantes trastornos de ... [+]
13 de agosto de 2009
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que, en vista de los acertados comentarios de mis compañeros, hay poco que pueda añadir, pero quiero decir lo siguiente: a estas alturas, y ya voy cumpliendo años, es la única película que todavía consigue asustarme. Cada vez más...

Podría hacer lo de siempre: hablar de sus apabullantes plano-secuencia y de la soberbia actuación de Nicholson; de su banda sonora -a base de fragmentos de Ligeti, Bartok y Penderecky-, terrorífica y sugestiva a más no poder; de esa hipnótica fotografía no acta para agorafóbicos…
Portentosa, magistral, insuperable…
Pero eso son sólo palabras gastadas, que de tanto ser repetidas han perdido todo su sabor. “Palabras, palabras, palabras”, que diría Hamlet. Así que, hazme caso: si no la has visto todavía, deja ya de leer esta paja mental y corre al videoclub. ¡Dale tú mismo sentido a estas palabras nuevamente!
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Soy de los que nunca han creído en esa soberana estupidez de que “Una imagen vale más que mil palabras”: que nadie se equivoque, no vemos con los ojos, sino con la mente; una frase inspirada puede evocar en nosotros más sentimientos, sensaciones, sabores, sonidos, olores e imágenes que la filmografía completa de muchos tenidos por grandes cineastas. Esa es seguramente la causa de que la mayor parte de las adaptaciones literarias sean autentica mierda…Y, precisamente, Sthephen King –en mi opinión, y sé que no queda “intelectual” decirlo, un escritor portentoso- es de los que tiene (o tuvo) ese don: el de ser capaz de sugerir en apenas una línea lo que la mayoría no podrían expresar ni en un millón de años; de remover nuestros más oscuros y profundos temores con una sola palabra -Redrum-. Y es que, El Resplandor, y me mojo, sin ser del todo redonda, posee algunos de los pasajes literarios más inspirados, no ya del terror, sino de toda la historia de la literatura universal.

Así que, ante la perspectiva de que alguien intentase llevar semejante maravilla al cine, sólo cabía echarse a llorar… Estaba claro que era inadaptable... ¿Cómo trasladar algo tan rico y tan fascinante, tan insano y denso, a la pantalla? Solamente un genio podría meterle mano sin destrozarlo…
Y el genio llegó.

Stanley Kubrick logró lo imposible: trasladar en imágenes cada palabra, volcar (que no “condensar”) un tocho de 500 páginas en dos horas de puro cine sin que se perdiera un ápice de su atmosfera ominosa y amenazante, de su insoportable capacidad para mostrarnos la espiral que conduce a la locura o de esa enfermiza verosimilitud con la que se sugiere la existencia de perversas voluntades, más allá de nuestros sentidos, empeñadas en nuestra perdición; ser absolutamente fiel al espíritu aún a costa de traicionar muy ligeramente la letra.

Y ya sé que King siempre ha renegado de la película, pero me da igual. Se equivoca, los árboles no le dejan ver el bosque... En realidad, Kubrick mejora a King (eso es lo que no le perdona), lo hace infinitamente más coherente y lúcido: nada de esperanza…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jinete nocturno
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