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Voto de Jinete nocturno:
6
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Drama
Biografía de George W. Bush (Josh Brolin) que aborda asuntos como la relación con su padre, el ex-presidente George H.W. Bush (James Cromwell), su juventud, su matrimonio con Laura (Elizabeth Banks), sus problemas con el alcohol, su conversión al catolicismo, su victoria en las elecciones presidenciales y sus principales colaboradores: el vicepresidente Dick Cheney (Richard Dreyfuss), Colin Powell (Jeffrey Wright), el cerebro Karl Rove ... [+]
29 de junio de 2010
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No lo negaré, la primera impresión que me llevé de este “W” se puede resumir en una palabra: decepción. Y es que, la idea de que el director de la monumental y apabullante “JFK: caso abierto” y de la soberbia (e infravaloradísima) “Nixon” le fuese a dedicar unos cuantos minutos de metraje a sacudirle al más nefasto dirigente que ha conocido la humanidad desde que “tito Adolf” se volase la tapa de los sesos en su bunker -un tipo que es responsable de un millón y medio de muertos, del mayor retroceso que han conocido en occidente de los derechos civiles desde el Medievo y de una crisis económica cuyo fondo parece situarse en Australia-, sonaba francamente prometedor.
Pero... No. Una lástima.
Lo que tenemos aquí es una menudencia, de lo menos tragable en la traicionera e irregular obra de Stone: floja, dubitativa, previsible, narrativamente zafia… y, lo que es peor, pusilánime.
Porque, sí, si algo caracteriza al mejor Stone es su "instinto asesino", su dominio absoluto, casi Goebbelsniano, de las técnicas de la manipulación y la propaganda: se puede estar de acuerdo o no con sus planteamientos políticos, ciertamente, pero nadie, ni sus más feroces críticos, pueden negar la brutal y despiadada fuerza de convicción de sus imágenes, de su sentido del montaje y de sus diálogos incendiarios. (¿Quién puede ignorar los brazos del sargento Elías tendidos hacia el cielo en "Platoon" o el espeluznante monólogo de Sutherland en "JFK"?).
Y, sin embargo, Stone, aquí, renunciando a sí mismo, decide sustituir esa “objetividad” documental que caracteriza lo mejor de su estilo por algo que intenta ser, sin conseguirlo, irónico y caricaturesco, y que se queda en una pueril, previsible, y, en el fondo, demasiado condescendiente sátira de Bush y su “equipo”.
¿Que por qué? Quizás, intuyo, por la misma razón por la que Stone rodó la infame “WTC”: una mezcla de cobardía, oportunismo y deseo de “ser perdonado”. Y no nos equivoquemos: del mismo modo que el asesinato de Kennedy requirió de tres décadas de distancia para poder ser tratado por el Cine, es una ingenuidad pretender que alguien se atreva a ni tan siquiera a sugerir lo “inexacto” de la versión oficial del 11-S o a tratar seriamente las reales motivaciones de la guerras de Irak y Afganistán antes de que pasen otras dos décadas. Por otro lado, hay que decir en honor a Stone que en el último tercio de película (sin duda, lo mejor) no se escatima “objetividad stoniana” a la hora de retratar a tipos como Cheney.
Pero, mejor pensado… ¿Quién es W, sino un idiota; un títere en manos de su padre y sus amiguetes de la CIA? Nixon, al fin y al cabo, odioso o no, era “alguien”; un hombre atormentado y contradictorio que basculaba entre la absoluta inmoralidad y la búsqueda de lo recto. Pero esta nulidad humana… ¿Acaso se merecía una película mejor, algo más serio?
Pero... No. Una lástima.
Lo que tenemos aquí es una menudencia, de lo menos tragable en la traicionera e irregular obra de Stone: floja, dubitativa, previsible, narrativamente zafia… y, lo que es peor, pusilánime.
Porque, sí, si algo caracteriza al mejor Stone es su "instinto asesino", su dominio absoluto, casi Goebbelsniano, de las técnicas de la manipulación y la propaganda: se puede estar de acuerdo o no con sus planteamientos políticos, ciertamente, pero nadie, ni sus más feroces críticos, pueden negar la brutal y despiadada fuerza de convicción de sus imágenes, de su sentido del montaje y de sus diálogos incendiarios. (¿Quién puede ignorar los brazos del sargento Elías tendidos hacia el cielo en "Platoon" o el espeluznante monólogo de Sutherland en "JFK"?).
Y, sin embargo, Stone, aquí, renunciando a sí mismo, decide sustituir esa “objetividad” documental que caracteriza lo mejor de su estilo por algo que intenta ser, sin conseguirlo, irónico y caricaturesco, y que se queda en una pueril, previsible, y, en el fondo, demasiado condescendiente sátira de Bush y su “equipo”.
¿Que por qué? Quizás, intuyo, por la misma razón por la que Stone rodó la infame “WTC”: una mezcla de cobardía, oportunismo y deseo de “ser perdonado”. Y no nos equivoquemos: del mismo modo que el asesinato de Kennedy requirió de tres décadas de distancia para poder ser tratado por el Cine, es una ingenuidad pretender que alguien se atreva a ni tan siquiera a sugerir lo “inexacto” de la versión oficial del 11-S o a tratar seriamente las reales motivaciones de la guerras de Irak y Afganistán antes de que pasen otras dos décadas. Por otro lado, hay que decir en honor a Stone que en el último tercio de película (sin duda, lo mejor) no se escatima “objetividad stoniana” a la hora de retratar a tipos como Cheney.
Pero, mejor pensado… ¿Quién es W, sino un idiota; un títere en manos de su padre y sus amiguetes de la CIA? Nixon, al fin y al cabo, odioso o no, era “alguien”; un hombre atormentado y contradictorio que basculaba entre la absoluta inmoralidad y la búsqueda de lo recto. Pero esta nulidad humana… ¿Acaso se merecía una película mejor, algo más serio?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
P.D.:
Su padre, el verdadero señor Bush, es otro cantar. Éste sí que se merece, no una película, sino toda una serie de las dimensiones de "Santa Bárbara"... No hay un asunto sucio en los últimos cincuenta años de historia yanqui dónde no salga relucir su nombre. A proposito, hilando una cosa con otra: todavía nadie ha explicado que estaba haciendo exactamente, según sus biografos, el por entonces agente de la CIA George H. W. Bush en Dallas el 22 de Noviembre de 1963.
Simple curiosidad, vamos...Tampoco es que me importe.
Su padre, el verdadero señor Bush, es otro cantar. Éste sí que se merece, no una película, sino toda una serie de las dimensiones de "Santa Bárbara"... No hay un asunto sucio en los últimos cincuenta años de historia yanqui dónde no salga relucir su nombre. A proposito, hilando una cosa con otra: todavía nadie ha explicado que estaba haciendo exactamente, según sus biografos, el por entonces agente de la CIA George H. W. Bush en Dallas el 22 de Noviembre de 1963.
Simple curiosidad, vamos...Tampoco es que me importe.