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Voto de Kyrios:
7
Cine negro. Intriga. Thriller. Drama Wilson, un agente de la comisión de crímenes de guerra, está buscando a Franz Kindler, uno de los cerebros de los campos de exterminio nazis, que ha conseguido huir sin dejar huellas. Siguiendo la pista de un antiguo camarada de Kindler llega hasta Harper (Connecticut), donde es asesinado antes de poder identificar al fugitivo. La única pista que le queda es la fascinación del criminal nazi por los relojes antiguos. (FILMAFFINITY)
5 de octubre de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Orson Welles es una de las grandes figuras del cine. Nadie lo pone en duda. Pero incluso hasta los genios pueden permitirse el lujo de tener algún tropezón. El extraño, película producida por la RKO y rodada en el año 1946 (tan sólo un año después de la segunda guerra mundial) es un insigne tropezón. Y digo insigne porque cualquier director normal habría dado toda su filmografía por haber rodado El extraño. Es decir, pese a que no es la mejor película del director, se trata de una obra que cuenta con grandes momentos.

El porqué es fácil de adivinar. El guión no lo firma el propio Welles, sino que venía impuesto por la productora, la RKO. Pero las condiciones que le ofrecían eran bastante suculentas, si el director prometía cumplir con los plazos de dirección y no salirse de la producción, le ofrecían un contrato para firmar cuatro películas más con ellos. El genio tuvo que aceptar la más que interesante propuesta. Y eso fue seguramente lo que en cierto modo le condenó, pues Welles siempre se ha destacado por ser un director que intenta no ligarse demasiado al sistema de estudios y a los convencionalismos que existen en el mundo de Hollywood. De hecho, El cuarto mandamiento (1942) una de sus mejores películas, fue totalmente recortada por los productores, demostrando un montaje bastante dantesco.

Welles intentó modificar el guión en diversas ocasiones, pero los productores no le dejaron vía libre. Por ejemplo, Welles prefería que el papel principal lo interpretará una mujer (habría sido curioso cuanto menos, pues se habría alejado mucho de los filmes policiacos en que la figura masculina es más que vital) pero la gente que ponía el dinero prefería Edward. G Robinson para que interpretara el detective, pues era una apuesta bastante segura de éxito en taquilla. Robinson cumple como el profesional que era, pero sus movimientos y ademanes no hacen más que repetir una figura mil veces vista en este tipo de historias.

El segundo cambio de guión si fue más o menos aceptado, y se trata del prólogo en el que vemos la sombra de Konstantin Shayne, que hace el papel de un exnazi que va en busca de un amigo, pasar diferentes lugares hasta llegar a una pequeña ciudad donde se encuentra su antiguo compatriota, en Connecticut. Sin duda se trata de una de las mejores partes de la película, porque se une el talento de Konstantin Shayne (que realiza una interpretación que llega incluso a sobrevenir a su propia aparición en el film) al de Orson Welles, que abandona la estructura lineal que la película cogerá más adelante para dejar algún destello de calidad que demuestra su genialidad. Las persecuciones y la manera como la cámara enfoca a nuestro personaje mientras se desliza por callejones oscuros nos recuerda a la que pocos años más tarde se vería en El tercer hombre, la película de Carol Reed en la que muchos afirman que Welles participó de manera bastante influyente en la dirección.

Además también los productores llegaron a cortar una secuencia en la que Welles tenía previsto mostrarnos una secuencia onírica que tenía bastante pinta de tener un tono muy diferente al que ofrece la película durante casi todo su metraje. Me refiero, claro está, a la secuencia en la que nuestra actriz protagonista, Loretta Young, tiene una pesadilla en la que aparece otra vez el personaje de Konstantin Shayne. Finalmente el sueño es omitido y la actriz sólo hace una referencia a su marido, explicándole que ha tenido una pesadilla.

El problema del film está pues en el guión. Una vez ya se han ubicado todos los personajes en el lugar donde va a suceder la acción, la película se vuelve previsible y va recorriendo su estructura de una manera sencilla que no demuestra mucha diferencia con tantas otras películas de espías y nazis que surgieron después de la segunda guerra mundial. Pero además, el guión tiene bastantes agujeros que demuestran que hay elementos que se han pensado muy poco y que están bastante cogidos por pinzas. Es difícil pensar que no haya ni una sola fotografía de Franz Kindler de joven, más inri cuando se supone que es un miembro del partido nazi de tan elevada importancia. O que Robinson sospeche de él por un pequeño comentario que tiene Welles durante una cena. Podríamos seguir así y descubriríamos que sin duda alguna el guión es el elemento más flojo del film.

La fotografía, elaborado por el aún inexperto Russel Metty demuestra un saber hacer de alto nivel, que consigue rescatar la película del olvido. Sus secuencias iniciales o la manera en la que logra convertir al personaje de Kindler en un ser maligno encuadrándolo en la oscuridad mediante la utilización de luces y sombras le convierte en un gran aliado del director

Seguramente porque se trata de una de las películas más convencionales de Orson Welles, también fue una de las que más éxito comercial tuvo, lo que en parte le siguió permitiendo hacer lo que más deseaba: Seguir dirigiendo.

http://neokunst.wordpress.com/2013/10/05/el-extrano-1946/
Kyrios
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