Chicas perdidas es una película que me deja mal cuerpo y no por lo que cuenta, sino por como lo cuenta.

Si me traes una historia real, lo mínimo que exijo es que me crea lo que me estás contando y que sienta guardando las distancias lo que sienten los personajes que te encuentras en pantalla. Es verdad que no voy a sufrir como la madre o las hermanas, pero si debo pasarlo al menos mal como mínimo y eso lamentablemente no ocurre.

El primer tercio de la película arranca bien con la no asistencia de la hermana mayor a la reunión familiar y la preocupación de una de sus hermanas y los primeros pasos de la investigación. Luego se convierte en una especie de documental sobre como poner en tela de juicio el trabajo y la desidia policial. La madre se convierte en una abanderada de la situación, representando a varias madres que han pasado por lo mismo, pero no me llega el drama por el cual están pasando. Y es una pena. Que si, que es una madre coraje y las que imponen de verdad, pero lo cierto es que no siento lo que apriori tendría que sentir.

Un producto que por su falta de madurez se queda en una mera peli de sobremesa de fin de semana.