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Voto de Carlos Muñoz Muriedas:
10
Romance. Comedia. Fantástico Estados Unidos, Gran Depresión. Mientras Cecilia trabaja como camarera en Nueva Jersey, su marido se dedica a hacer el vago. Su única distracción es el cine, al que va una y otra vez para evadirse de la dura realidad y soñar con un mundo de champagne, trajes de noche y fiestas elegantes. Una noche, el protagonista de su película favorita, "La rosa púrpura de El Cairo", se fija en ella y atraviesa la pantalla para conocerla. (FILMAFFINITY) [+]
26 de noviembre de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realizada en el momento de mayor creatividad de Allen, "La rosa púrpura de El Cairo" supone un brillante ejercicio cinematográfico que solo un gran realizador y brillante guionista podría ejecutar. El argumento fácilmente podría derivar en una película disparatada, chabacana y obviamente nada creíble, pero su logro es que desprende una veracidad y combinación de lo cómico y dramático perfectamente calculado.

En primer lugar, Allen mide bien los tiempos, apenas el film llega a los ochenta minutos, con solo la primera escena con ese primer plano expresivo de Mia Farrow viendo el cartel del cine, y luego su situación en el bar donde trabaja y el comportamiento de su marido ya tenemos perfectamente retratado el personaje: una mujer cuya única ilusión es ir al cine para evadirse del mundo infeliz en el que está, y en definitiva de su vida.

En segundo lugar, la película es todo un homenaje al cine, a ese arte del que muchos de nosotros también hacemos uso de él y también para poder "soñar" en muchos casos otra vida y olvidarnos de nuestros problemas.

Pero la película va más allá, lo que en un principio sería una comedia para reírnos incluso a carcajadas se convierte en uno de los retratos y descripciones más pesimistas y amargas de la vida, el de no encontrar hueco y sentido en la vida: el mundo ficticio de "La rosa púrpura de El Cairo" quiere estar en el mundo real y este último en el de ficción. En ningún momento se consigue la felicidad, solo en el cine, y la existencia de Dios queda en entredicho, revelador resulta cuando Farrow intenta explicar sin éxito qué significa el crucifijo en la iglesia.

Por último, otro aspecto a destacar es el aprovechamiento que le da Allen al argumento para desarrollar los conflictos de su profesión como los del guionista con el actor. Resultan divertidas e ingeniosas las frases de los actores mientras su personaje está fuera de la película, así como los comentarios del público, su interacción con ellos y el mundo de los productores, retratado de forma muy irónica y satírica.
Al cine seguiremos huyendo, aunque sepamos que ahí el champán es agua y que el dinero de sus protagonistas apenas sirve para el nuestro. Obra maestra.
Carlos Muñoz Muriedas
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