Stallone vive su mejor momento en la industria del cine, seguramente no en cuanto a popularidad pero si en lucidez y sapiencia.

Y es que después de estar sumido en estrepitosos fracasos y películas mediocres durante gran parte de los años 90 y algunos años de la década del 2000, tuvo a bien cerrar con dignidad la saga más importante de su carrera, la de Rocky, entregando en la sexta y última entrega de dicha saga la mejor película desde la primera.

Y la buena racha no paró ahí, a la saga de Rambo le regresó un poco la dignidad perdida luego de las terribles segunda y tercera parte, luego le dio vida a una nueva saga rindiendo tributo al buen cine de acción que lo catapultó en los 80 e hizo esa joyita con Walter Hill llamada Bullet to the Head, nada menos.

Ahora suma una nueva entrega a esa gran fiesta del cine de acción que es The Expendables, y viene con invitados de lujo.

Barney Ross y su grupo tienen la misión de capturar a un tipo que resulta ser Stonebanks (Gibson), cofundador de The Expendables pero no lo consiguen. Ross decide seguir tras su captura desarmando su viejo equipo y reclutando nuevos y más jóvenes miembros, pero cuando parecían salir airosos de su primera misión, son emboscados. Ross, Statham y el resto de sus viejos compañeros deberán ir en su rescate y tratar de capturar por fin a Stonebanks.

Luego de la gran película que fue la segunda parte dirigida por Simon West, el reto era algo complicado para Hughes, quien logra un filme no tan redondo como el anterior pero que se queda cerca. Y es que la gran aportación de Mel Gibson, Harrison Ford y sobre todo un desatado Antonio Banderas que se apodera del film, rescatan del posible naufragio en el que cae el relato cuando Stallone busca compañeros jovencitos.

Al final el resultado es satisfactorio, una película llena de acción bien filmada, como ya no abundan en estos tiempos de filmes tan artificiales, actores que saben cómo llenar la pantalla casi con su sola presencia y con un toque extra de comicidad que no le hace mal a nadie.