Una serie que cuenta una historia sobre la posible creación de Spotify, y como hiciera Akira Kurosawa en 1950 con su “Rashomon”, distribuye su verdad entre las perspectivas de sus personajes, en este caso 6, procura buscar algún recurso visual interesante para cada uno, resulta entretenida, e intenta plantear una discusión en el siguiente desglose por episodio:

1. Centrado en Daniel Ek, su fundador, desde sus trabajos anteriores hasta desarrollar el concepto de Spotify.

2. El presidente de Sony Suecia, en representación de las discográficas, que aunque muestra una interpretación solvente, a alguien de una generación que iba con discman a todas partes como yo, su discurso le chirría, ya que antes de que Pirate Bay y las descargas ilegales se impusieran, aún recuerda el precio al que las discográficas ponían los CD’s y sabía buscar el % que acababa en el artista, así que cuando este dice “la música no es gratis”, piensa que se refiere a que es de quienes hacían contratos abusivos y después explotaban a los que de verdad la crean, por lo que no logro empatizar con su discurso.

3. La abogada que encuentra un mecanismo para que el modelo de negocio sea sostenible y pueda pelear en la negociación, que para algunos puede suponer el principio y para otros el principio del fin del proyecto que querían lograr. Curiosamente la muestran siempre en movimiento, como un tiburón, y no muestran su vida personal, ya que todo su tiempo lo dedica a su carrera profesional.

4. El codificador, alguien alienado con talento natural, al que acostumbran a pisotear y que no suele ganar.

5. El socio de negocios, que consigue a los inversores y convierte una start up en una empresa real.

6. Bobbie T., la representación de los artistas en el tema, sin estar basada en alguien real, procuran que muestre el perfil de una artista que no se hace millonaria gracias al merchandising o a llenar grandes estadios, y que pese a tener talento, una carrera sólida y una base de fans, no logra lo suficiente para cubrir gastos del día a día.
También especulan de modo atrevido con el que podría ser dentro del planteamiento que ofrecen.

La serie ofrece debate, discusión, y conceptos que plantea, pero no los desarrolla, ni profundiza, ni intenta ser compleja. El tema es muy complicado y no tiene solución, ya que los oligopolios no suelen dejar ir su poder ni su dinero fácilmente en ningún caso.

Personalmente estaría encantado de poder ir a la página web de un artista, seleccionar una pista de audio, o una maqueta, directo de concierto, etc, escucharlo un par de veces de forma gratuita, y pagar una cantidad lógica y razonable por seguir escuchándola o poder descargarla, y que la cantidad íntegra fuese directamente al artista, a parte de la música que ya lleva muchísimo tiempo creada y cuyos artífices fallecieron hace mucho, que podría tener una cantidad menor en caso de que hubiera descendentes o ser patrimonio de la humanidad llegado el momento, lo cual no sucederá jamás de una forma grande mientras las plataformas o discográficas tengan tanto control sin competencia.

Con todo, una serie interesante, de la que he disfrutado más de los episodios 4, 5 y 6, quizá porque son los únicos personajes con los que querría ir a tomar un café, aunque la 6 sea pura ficción.