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Polonia Polonia · Suena Wagner y tengo ganas de invadir
Voto de Normelvis Bates:
4
Drama En una ciudad costera del norte de España, a la que el desarrollo industrial ha hecho crecer desaforadamente, Santa (Bardem) y otros afectados por la reconversión recorren cada día las calles, buscando salidas a su situación precaria. Son funambulistas de fin de mes, sin red y sin público, sin aplausos al final; viven en la cuerda floja del trabajo precario y sobreviven gracias a sus pequeñas alegrías y rutinas. (FILMAFFINITY)
4 de agosto de 2010
80 de 142 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas cuya visión uno evita o aplaza en función de sus circunstancias personales. En mi caso, durante los años en los que entré y salí varias veces del paro mientras ejercía de temporero de la enseñanza, recolector de fruta, comercial de una revista que nunca existió o patoso instalador de vidrio y aluminio, me negué en redondo a ver “Los lunes al sol”. Ya tenía bastante con el repaso diario de la sección de demandas o la consulta de las listas de interinajes, las entrevistas, las esperas interminables junto al teléfono, las expectativas frustradas, la insidiosa sensación de ser un estorbo andante. Lo último que necesitaba era que nadie me diera una palmadita en la espalda y me explicara, acto seguido, trágicas historias de desempleados para que me sintiera aún más desgraciado, de modo que el DVD de la aclamadísima y multipremiada peli de Fernando León ha dormitado pacientemente en un cajón hasta que he decidido verla.

No me había perdido gran cosa, la verdad. Desde las primera imágenes de enfrentamientos entre obreros y policías, bien aliñadas con una música insufriblemente ñoña, uno sabe que va a asistir a algo más parecido a un mitin sensiblero que a una auténtica película, nada extraño, de hecho, teniendo en cuenta quién está detrás de la cámara. Lo realmente extraño es que la historia de estos tíos fuertes y bregados y en edad de dar lo mejor de sí mismos, que no mueven un músculo si no es para tomarse copa tras copa (“Ponme otra” es, de largo, la frase que más se repìte a lo largo de la peli), jugar a las tragaperras o la primitiva, echar algún kiki o tontear con quinceañeras, pasear en ferry y tostarse al sol no parece la obra de quien gasta ese aire de apóstol iluminado de la progresía, sino de algún empresario cabrón decidido a mostrar el mal fondo de sus empleados, lo vagos, indolentes y desagradecidos que pueden llegar a ser, el morrazo con que derrochan el subsidio de paro mientras lloriquean, pobrecitos, porque ningún querubín alado desciende de los cielos para ofrecerles el trabajo con que siempre han soñado. “¿Te imaginas vivir así todo el año?”, le pregunta uno de estos jetas a otro mientras le gorronean a una hormiga mala su whisky y su piscina y le limosnean 3000 pelas a una cría. Como si hubiera mucha diferencia.

Lo peor de “Los lunes al sol”, en todo caso, no es su tonillo paternalista y tendencioso, ni el modo demagógico, simplón y fatalista con que expone el drama del paro, sino que es fea, torpe y tristona. Está mal hecha. La fotografía es un asco y el técnico de sonido, con el debido respeto, es carne de INEM. Es tan interesante como una olla de acelgas hirviendo. Es aburrida que te cagas. Si hay dos momentos en los que logras esbozar una sonrisa, date por satisfecho. El problema de León, me temo, es que no es ni una cigarrita alegre y desenfadada ni una laboriosa y metódica hormiguita. Qué pena. “¿Qué día es hoy?” Me lo habré preguntado una docena de veces. Es lunes, joder. El día más largo.
Normelvis Bates
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