Era un bodrio. Pero todo cambió.

Keanu Reeves, atado y medio sepultado, humillado y harto de verse haciendo la "estrellita de mar", saca fuerzas de flaqueza. No puede perder el estatus de dominatrix y menos ante sus amigotes de Instagram. Con el vigor de cuarentón concedido por poner Ana de Armas a veinte uñas, logra desenterrar el brazo, acercar el dedo al teléfono, preparar el "delete video" y... ¡NOOOOOOOOOO! ¡LE HE DADOO DOUBLEEE TAAAAP! ¡LE HE DADOOO ME GUSTAAAAA!

El sufrimiento de poder perder la familia y la vida no se compara, ni de lejos, a ese sudor frío después de dar un like sin querer. Knock Knock es capaz de reflexionar sobre este cómico microinfarto contemporáneo, aunque para ello se nutra del más sobado thriller.

Clásico de la comedia contemporánea, de la comedia troll, instante de bastarda lucidez.