Magnífica película que toca de un modo sobrio el eterno tema de la corrupción política y militar en torno a la ambición bajo el seudónimo de "honor". Aunque narra unos hechos de fines del siglo XIX en Francia, sobrepasa las fronteras y el tiempo y puede aplicarse a cualquier otro momento, cambiando nombres y circunstancias. Ambientación, interpretación y vestuario que hacen el honor a una trama cuya fuerza argumental la lleva con maestría Jean Dujardin. El título francés, elaborado por el mismísimo Zola que intervino en el asunto, se ajusta más al espíritu del conjunto: una acusación en toda regla a la no independencia de los poderes públicos, que sucumben a prejuicios raciales y clasistas de toda época. Un aplauso para una obra fresca y de rabiosa actualidad. Ver otras intenciones personales del director en ella, me parece injusto o, al menos, no reprochable. Puesto que la inocencia de las personas, es, la mayor parte de las veces, difícil de demostrar cuando el entorno está sesgado. Al final, según la moraleja de la obra, vence la honradez, aunque sin alardear de ello. Una lección.