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España España · Madrid
Voto de SyckBoy:
7
Western. Aventuras Después del asesinato de su padre, Mattie Ross (Hailee Steinfeld), una chica de catorce años firmemente decidida a hacer justicia, contrata los servicios del veterano agente del Gobierno Rooster Cogburn (Jeff Bridges), borracho y excelente pistolero. Así ambos se ponen en camino y entran en territorio indio para dar caza a Tom Chaney (Josh Brolin) en compañía de LaBoeuf (Matt Damon), un ránger de Texas que busca al fugitivo por el ... [+]
16 de febrero de 2011
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una voz en off nos introduce en el relato mientras la cámara se acerca lentamente a una imagen oscura y desenfocada. Una imagen que se vuelve cada vez más nítida -bajo los copos de una intensa nevada- y que articulará y dará sentido a toda la narración. Un comienzo tan simple como hermoso. Y es que aquí los Coen se mueven más que nunca en el terreno del clasicismo. Estamos lejos de los mundos de Barton Fink o El hombre que nunca estuvo allí. Valor de ley, sin ser un western convencional, parece reivindicar la pervivencia de las formas clásicas, sin dejar de saltarse ciertas normas no escritas en el retrato de los personajes.
Los hermanos le dan el protagonismo de la historia a una mujer (como hizo Ray con la maravillosa Viena de Johnny Guitar o los propios Coen en Fargo) o mejor dicho, a una niña (admirable trabajo de la debutante Hailee Steinfeld) que se mueve por el salvaje Oeste como pez en agua, enfrentándose cara a cara con la peor calaña de lugar, movida más por una impetuosa inconsciencia que por un verdadero valor. Así el film se convierte en un relato de iniciación, un prematuro paso al otro lado del espejo, a un mundo oscuro e invernal, el reverso oscuro de la infancia, el mundo de los adultos. Desde el prisma de la protagonista vemos al viejo Cogburn (un Bridges monumental) y al patilludo LaBoeuf (un Damon muy pasable), antagónicos defensores de la ley, como parodias de los arquetipos tradicionales del western. Ahí es donde entra en juego el característico humor socarrón marca de la casa y el elemento desmitificador, cercano al western crepuscular de los años 60. Ni rastro de épica, ni rastro de leyenda. Ni siquiera el malo de turno es tan temible, ni es realmente importante. Aquí lo esencial es contar la relación entre ese viejo y rudo Marshall, con la ley de ojo por ojo como única moral y que se expresa con sonidos guturales, y esa extraña niña para la que hace de guía y sustituto paterno. Ese es para mí el gran acierto del guión, la profundamente humana descripción de esa relación. Esa terrible caminata bajo las estrellas. Y ese epílogo. Los hermanos Coen siguen en plena forma.
SyckBoy
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