No podía empezar de otra forma, "Shreck" (2001) lo sabe, este delicioso cuento de raíz europea, al menos tal y como se conoce hoy día. Parece que se sigue el texto de Charles Perrault aunque con alteraciones para hacerla apta a todos los públicos o para darle ese aire decimonónico, como más romántico, mezcla de imperio austriaco y corte francesa. Sea como fuere, estamos ante la conjunción de la magia de Disney y del relato tradicional, en este caso, el de La Cenicienta, que es una joven "buena y amable" cuyo "encanto y belleza" son la envidia de su malvada madrastra, que la acaba relegando al papel de sirvienta. Pero, ¿para qué explicar más si es de todos conocida la historia? Eso sí, Cenicienta, eres tan adorable como bella aunque te pongan a fregar los suelos.

Lo que sí tiene que quedar claro es que pese a las adversidades, Cenicienta mantiene la misma dulzura, bondad y por qué no decirlo, distinción, se nota que viene de familia rica. El arquetipo es fuerte y además de anclarse en el imaginario colectivo, ha sido copiado de un modo u otro en numerosas ocasiones, ninguna tan certera como en "La princesita" (1995). Tal vez la trama sea algo simple, cosa que se compensa con la inclusión de animalitos de lo más tiernos y por supuesto, con algunas canciones que no sólo están bien integradas sino que gustan, la que más, la de "Oh, Sing Sweet Nightingale" y la famosa "Bibbidi-Bobbidi-Boo". El resultado, una hermoso clásico de dibujos animados que enseña sencillos valores y que hará las delicias de los pequeños y adultos.