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Voto de Reaccionario:
3
4 de agosto de 2017
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
De vez en cuando es bueno acercarse a la comedia romántica contemporánea aunque sea a una de poca solera, no ha tenido mucho éxito ni buenas críticas, para analizar qué mensajes se está mandando a las audiencias. En este caso se trata de "Todos los caminos conducen a Roma", una especie de road movie de ambiente italiano que cuenta con la colaboración de Sarah Jessica Parker, Raoul Bova, una anciana Claudia Cardinale y la española Paz Vega, entre otros. Por cierto, que la protagonista es seis años mayor que su pareja sentimental en la ficción. A lo que iba, vendría a ser como una especie de variante de "Bajo el sol de la Toscana" (2003), ambas comparten a Raoul Bova como protagonista, con un toque a "Sólo Tú" (1994) pero me temo que estos dos trabajos son bastante superiores a la presente.
Sea como fuere, nada más leer el argumento, madre soltera que viaja a Italia con su rebelde hija adolescente, por no decir petarda y estúpida, que es lo que es, se percibe que de lo que se trata es de un obvio fanservice para cuarentonas en una situación parecida. Es decir, mujeres que fantasean con encontrarse con un viejo amor o nuevo pero con la planta de un Rauol Bova. El intento podría ser pasable si se desarrollara con imaginación, realismo y sentido del humor pero no, todo es obvio, ñoño y primario. Ellas hacen estupideces y desconocemos qué ha podido encontrar el italiano en la norteamericana para quedarse pillado durante veinte años. Esa pasión injustificada es un grave pero habitual error en casi toda obra romántica. Al fallar el amor se queda en una película boba o Bova, como prefiera la espectadora.
Sea como fuere, nada más leer el argumento, madre soltera que viaja a Italia con su rebelde hija adolescente, por no decir petarda y estúpida, que es lo que es, se percibe que de lo que se trata es de un obvio fanservice para cuarentonas en una situación parecida. Es decir, mujeres que fantasean con encontrarse con un viejo amor o nuevo pero con la planta de un Rauol Bova. El intento podría ser pasable si se desarrollara con imaginación, realismo y sentido del humor pero no, todo es obvio, ñoño y primario. Ellas hacen estupideces y desconocemos qué ha podido encontrar el italiano en la norteamericana para quedarse pillado durante veinte años. Esa pasión injustificada es un grave pero habitual error en casi toda obra romántica. Al fallar el amor se queda en una película boba o Bova, como prefiera la espectadora.