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Drama Maria se encuentra atrapada entre dos mundos. En el colegio, esta chica de 14 años, tiene los típicos intereses de una adolescente, pero cuando está en su casa debe seguir los dictados de la Sociedad de San Pablo y su tradicional interpretación del catolicismo. Todo lo que Maria piensa y hace debe ser examinado ante Dios. (FILMAFFINITY)
4 de febrero de 2020
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La particularidad que hace que me apetezca ver con sumo interés esta "Camino de la cruz" es que gira sobre una comunidad católica fiel a la Sociedad de San Pío X, que es el sector tradicionalista más importante del catolicismo. Estos grupos, aunque muy minoritarios, en España estarían sobre unos 500 fieles, en Francia hay muchos más, representan la verdadera doctrina de la Iglesia Católica, que es la que imperó hasta el Concilio Vaticano II (1962-1965). A partir de aquí la Iglesia Católica perdió el norte, su prestigio, sus fieles y su mensaje, sumándose poco después sin rubor a buena parte de las corrientes ideológicas progresistas que hasta pocos años atrás eran condenadas con horror: liberalismo, feminismo, laicismo, socialismo, etc. Esa connivencia con la derecha política, es más, casi ha sido su madre y cantera ideológica en media Europa, me hace ver el catolicismo tradicional con bastante simpatía pero eso no quita que no esté exento de riesgo, como movimiento sectario residual que es ahora, en el que cualquier dislate podría tener cabida precisamente por la falta de seguidores que lo secunden. El peor, que tampoco sé si se da, creo que no pero pudiera ser, es que se dejasen llevar por un extremismo doble. Me explico, extremismo en cuanto a su mensaje, desconociendo las antiguas diferencias entre posturas rigoristas y laxistas, como si sólo lo más austero fuera lo católico; y extremista en cuanto a su exigencia a los fieles, como si todos fueran monjes y monjas, y a todos se les exigiera el mismo grado de ascetismo.

Hecho este largo prolegómeno, vamos con "Camino a la cruz", que como principal virtud tiene su puesta en escena original, esos planos estáticos, su acercamierto más o menos serio al ultracatolicismo y, en especial, el drama humano que lleva encima la protagonista María (Lea van Acken), cuya situación es ciertamente difícil, entre una fe exigente y los apetencias de una chica normal de 14 años. Sin embargo, Dietrich Brüggemann se termina equivocando de camino, nunca mejor dicho, porque la obra no va sobre el conflicto entre una familia asfixiante e integrista y una hija que no quiere serlo o al menos no tanto, lo que hubiera sido una bombazo de película, sino sobre una especie de tesis acerca de los peligros que la fe, llevada a las últimas consecuencias, o el fanatismo religioso pueden acarrear. Sin embargo, algo así es prácticamente imposible que suceda en la realidad. De hecho, si pasara en un país europeo como Alemania los ateos del mundo nos lo sacarían hasta en la sopa. Es curioso que para denunciar lo mala que es la religión, en concreto la católica, nos inventemos cosas que no pasan, ni han pasado, pero da igual porque sus terribles ideas nos podrían llevar a eso, y en cambio para alabar el "pensamiento libre", ocultemos lo que realmente ha pasado, porque se supone que no debería ocurrir, dada sus benéficas ideas. Por ejemplo, casi todos los grandes genocidios del siglo XX no se han hecho en nombre de ningún Dios sino precisamente en su contra, desoyendo sus normas y casi siempre contra creyentes.

Volviendo a "Camino a la cruz" Brüggemann busca el conflicto donde no lo hay y para ello acaba dando una imagen muy falsa de todo este mundo. Que haya adolescentes alucinadas, curas que no se enteran de nada porque pasan, madres feroces y absolutamente detestables, y hombres peleles perfectamente inútiles es normal y posible, pero lo que supone un grave error es dar a entender que esto sucede por el sustrato religioso fanático en el que se han criado, cuando precisamente la religión católica, y más ésta que se supone que la defienden en su máxima pureza, lo que predica es justo lo contrario. A la postre esta comunidad demuestra ser nulamente católica y sí en cambio bobalicona, al menos en tres puntos fundamentales: 1º María no comprende lo que se se propone y nadie de su entorno, ni los padres, ni el sacerdote se enteran y menos aún tratan de hacerle ver su locura (SPOILER). 2º Falta de amor, especialmente en la madre, cuando el cristianismo si es algo es la religión del amor. Por parte de esta mala madre sólo hay amenazas, reproches, violencia, crueldad, odio contenido, indiferencia hasta ser casi criminal (SPOILER). 3º Feminismo aberrante, en tanto que el marido, que según San Pablo es "la cabeza de la mujer" y la autoridad en la familia, es una nulidad que ni habla, mientras que ella, que debe ser sumisa a su marido, sigo con San Pablo, dulce compañera dependiente de él, es una tipa áspera, varonil y empoderada que lleva los pantalones y niega por completo y en todo momento el rol tradicional y dominante masculino.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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