No hace mucho estuve viendo, previa recomendación, una serie de bromas macabras colgadas en internet de programas de televisión del Japón o Brasil, en las que unas personas eran atacadas por fantasmas, dinosaurios o monstruos diversos. La reacción de la víctima era de absoluto pavor lo que demuestra una cosa: que la mentalidad mágica, pese a todo el empacho de racionalidad que padecemos, sigue agazapada en nuestro inconsciente más profundo para saltar a la primera oportunidad que tenga. Nadie dice, por ejemplo, "un zombi no existe, luego lo que veo tiene que ser una broma" sino que entra en pánico porque se le está acercando un muerto viviente. Yo reconozco que ante cualquier anomalía, lo primero que pienso es la explicación sobrenatural y luego si es posible la lógica.

Todo lo dicho, si es cierto, que efectivamente lo es, viene a demostrar que los dos hermanos protagonistas de "Jeepers Creepers", Patricia (Gina Philips) y Darry (un joven Justin Long), se ganan al pulso el premio a una de las parejas más estúpida jamás vista en la gran pantalla, porque hacen lo contrario de lo que cualquier persona en su sano juicio haría, precisamente porque parecen desdeñar las llamadas de alarma que nuestra parte irracional lanza con desesperación. Es tal la incredulidad que te despierta la película que se hunde dando lugar a una serie de situaciones absurdas, coincidencias, visiones y chapuzas varias. El resumen queda hecho en la siguiente, pero no mía, exclamación: "¡Pero queréis iros a vuestra casa, que vuestra madre os está esperando! ¡Serán payasos los dos!".