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Voto de JVMarq:
10
8,3
58.596
Drama
Principios del siglo XX. David Aaronson, un pobre chaval judío, conoce en los suburbios de Manhattan a Max, otro joven de origen hebreo dispuesto a llegar lejos por cualquier método. Entre ellos nace una gran amistad y, con otros colegas, forman una banda que prospera rápidamente, llegando a convertirse, en los tiempos de la Ley Seca (1920-1933), en unos importantes mafiosos. (FILMAFFINITY)
12 de febrero de 2008
278 de 305 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podría decir que esta película me encanta por ser del género que es, pero no es por eso. No es una película ni de gángsters, ni sobre la mafia, es una película sobre la vida. Una historia sobre la amistad, el amor y principalmente, el paso del tiempo, los recuerdos del pasado, las oportunidades perdidas, la nostalgia, el ayer.
Podría decir que Sergio Leone y Ennio Morricone, consiguen juntar sus fuerzas nuevamente, para conseguir alcanzar la perfección absoluta. Que por mucho que me esforzara en expresarlo con palabras, ni siquiera me acercaría a describir, lo que realmente se siente al ver esta película.
Podría decir que contiene el mejor flashback de la historia del cine.
O podría escribir algo sobre el gran trabajo de los actores. De la belleza angelical de Deborah (Elizabeth McGovern); la edad no la marchita. De la no menos bella Tuesday Weld, o del personaje de Cockeye (William Forsythe) con la flauta de pan, con la que va a todas partes y que sirve de vehículo, para introducir los preciosos temas de Zamfir. O el personaje de Moe, uno de los grandes olvidados y que deja junto a Noodles, unos cuantos momentos grandiosos, sobretodo en ese reencuentro después de tantos años. Aunque aquí con razón, pues la magnífica presencia de De Niro, eclipsa todo a su alrededor.
Ya de joven, con una escena en la que le daba un pastel a uno de los amigos, con una sola mirada se atisba la bondad del personaje.
También podría dedicar un breve repaso a los momentos de emociones, con sentimiento, que hay en cada rincón de esta historia.
Una mirada en el espejo de la estación, Yesterday, el tiempo ha pasado, todo ha cambiado... Sin palabras.
Podría decir que Sergio Leone y Ennio Morricone, consiguen juntar sus fuerzas nuevamente, para conseguir alcanzar la perfección absoluta. Que por mucho que me esforzara en expresarlo con palabras, ni siquiera me acercaría a describir, lo que realmente se siente al ver esta película.
Podría decir que contiene el mejor flashback de la historia del cine.
O podría escribir algo sobre el gran trabajo de los actores. De la belleza angelical de Deborah (Elizabeth McGovern); la edad no la marchita. De la no menos bella Tuesday Weld, o del personaje de Cockeye (William Forsythe) con la flauta de pan, con la que va a todas partes y que sirve de vehículo, para introducir los preciosos temas de Zamfir. O el personaje de Moe, uno de los grandes olvidados y que deja junto a Noodles, unos cuantos momentos grandiosos, sobretodo en ese reencuentro después de tantos años. Aunque aquí con razón, pues la magnífica presencia de De Niro, eclipsa todo a su alrededor.
Ya de joven, con una escena en la que le daba un pastel a uno de los amigos, con una sola mirada se atisba la bondad del personaje.
También podría dedicar un breve repaso a los momentos de emociones, con sentimiento, que hay en cada rincón de esta historia.
Una mirada en el espejo de la estación, Yesterday, el tiempo ha pasado, todo ha cambiado... Sin palabras.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Cuando Noodles abre la puerta del mausoleo y empieza a escucharse la música, que va muriendo conforme se cierra. La bellísima Jennifer Connelly, bailando en la trastienda.
En la conversación con Moe (Larry Rapp) se producen algunos más. Como cuando Noodles le dice a Moe, que se reconoce a los ganadores y a los perdedores en la línea de salida, este le contesta, que él habría apostado todo por él. A lo que Noodles finalmente le responde...Si, y habrías perdido.
En realidad cualquier escena, en la que el viejo Noodles dirige su mirada abatida, hacia cualquier detalle, cualquier foto o espejo, instantes antes de empezar a recordar, tiene que ser destacada. Y toda esa parte final, desde el encuentro con Deborah en el camerino...
-La edad si me marchita Noodles. Los dos hemos envejecido. Nos quedan los recuerdos, nada más.
Podría decir que casi siempre me emociono en esta parte y seguramente no seré el único.
Podría criticar esta película...¿Podría?.
Podría decir tantas cosas, pero ustedes ya lo saben y sino es así, deberían.
Acabaré dedicando estas últimas líneas a Robert De Niro y James Woods, Noodles y Max, ahí quedan y quedarán para siempre sus nombres. Y ahí quedará también ese final entre los dos personajes, para demostrar que Érase una vez en America es una de las mejores películas de la historia del cine.
-Yo te arrebaté toda tu vida. He estado viviendo en tu puesto. Te lo quité todo. Te quité tu dinero, Te quité tu chica. Solo te dejé treinta y cinco años de dolor por haberme matado. ¿Por qué no disparas?.
Por la mente de Noodles empieza a pasar la película de su vida, que ya es parte de nosotros.
-Es cierto. He matado a gente, señor Bailey. Algunas veces para defenderme, otras veces por dinero. Muchas personas acudían a nosotros. Socios de negocios, rivales, amantes. Unos trabajos los aceptábamos, otros no...El suyo no lo hubiéramos aceptado.
-¿Esta es tu manera de vengarte?.
-No. Es mi manera de ver las cosas.
Max saca el viejo reloj...
-Son las 10:25 y no tengo nada que perder. Cuando un amigo te traiciona, se la devuelves. Hazlo.
-Verá, señor secretario. También tengo una historia. Un poco más sencilla que la suya.
Hace muchos años tenía un amigo, un querido amigo. Le entregué para salvarle la vida, pero le mataron. Aunque era eso lo que el quería. Fue una gran amistad. Acabó mal para el, y mal para mi también.
Buenas noches, señor Bailey.
No puedo evitar emocionarme con este final.
Tampoco puedo olvidarme de dar las gracias a Leone y quitarme el sombrero ante esta obra maestra.
En la conversación con Moe (Larry Rapp) se producen algunos más. Como cuando Noodles le dice a Moe, que se reconoce a los ganadores y a los perdedores en la línea de salida, este le contesta, que él habría apostado todo por él. A lo que Noodles finalmente le responde...Si, y habrías perdido.
En realidad cualquier escena, en la que el viejo Noodles dirige su mirada abatida, hacia cualquier detalle, cualquier foto o espejo, instantes antes de empezar a recordar, tiene que ser destacada. Y toda esa parte final, desde el encuentro con Deborah en el camerino...
-La edad si me marchita Noodles. Los dos hemos envejecido. Nos quedan los recuerdos, nada más.
Podría decir que casi siempre me emociono en esta parte y seguramente no seré el único.
Podría criticar esta película...¿Podría?.
Podría decir tantas cosas, pero ustedes ya lo saben y sino es así, deberían.
Acabaré dedicando estas últimas líneas a Robert De Niro y James Woods, Noodles y Max, ahí quedan y quedarán para siempre sus nombres. Y ahí quedará también ese final entre los dos personajes, para demostrar que Érase una vez en America es una de las mejores películas de la historia del cine.
-Yo te arrebaté toda tu vida. He estado viviendo en tu puesto. Te lo quité todo. Te quité tu dinero, Te quité tu chica. Solo te dejé treinta y cinco años de dolor por haberme matado. ¿Por qué no disparas?.
Por la mente de Noodles empieza a pasar la película de su vida, que ya es parte de nosotros.
-Es cierto. He matado a gente, señor Bailey. Algunas veces para defenderme, otras veces por dinero. Muchas personas acudían a nosotros. Socios de negocios, rivales, amantes. Unos trabajos los aceptábamos, otros no...El suyo no lo hubiéramos aceptado.
-¿Esta es tu manera de vengarte?.
-No. Es mi manera de ver las cosas.
Max saca el viejo reloj...
-Son las 10:25 y no tengo nada que perder. Cuando un amigo te traiciona, se la devuelves. Hazlo.
-Verá, señor secretario. También tengo una historia. Un poco más sencilla que la suya.
Hace muchos años tenía un amigo, un querido amigo. Le entregué para salvarle la vida, pero le mataron. Aunque era eso lo que el quería. Fue una gran amistad. Acabó mal para el, y mal para mi también.
Buenas noches, señor Bailey.
No puedo evitar emocionarme con este final.
Tampoco puedo olvidarme de dar las gracias a Leone y quitarme el sombrero ante esta obra maestra.