Media votos
6,4
Votos
140
Críticas
139
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
- Sus redes sociales
-
Compartir su perfil
Voto de claquetabitacora:
6
6,9
36.068
Thriller. Acción. Drama
En la zona fronteriza que se extiende entre Estados Unidos y México, la joven Kate Macer, una idealista agente del FBI, es reclutada por una fuerza de élite del Gobierno para luchar contra el narcotráfico. Bajo el mando de Matt Graver, un frío miembro de las fuerzas gubernamentales, y de Alejandro, un enigmático asesor, el equipo emprende una misión que lleva a la mujer a cuestionarse sus convicciones sobre la guerra contra los narcos y ... [+]
30 de diciembre de 2015
Sé el primero en valorar esta crítica
Una de las cosas que más sorprende a la hora de enfrentarnos a “Sicario” es el tempo narrativo que contiene. Uno puede llegar a creer que tratándose de un filme basado en la caza, captura y posiblemente erradicación de uno de los cárteles de la droga mejicanos va a encontrarse con la típica (y tópica) película de acción a raudales, disparos por doquier, escenas sangrientas al más puro estilo radical y personajes enfrentados a situaciones límite. Nada más lejos de la realidad. Denis Villeneuve ofrece una primera escena frenética como carta de presentación, como botón de muestra, pero aquí no se trata de conseguir colocar el escenario de Ciudad Juárez en una action movie cualquiera. Todo está al servicio de una calma tensa pero que se toma su tiempo para que cada set piece respire, cada momento tenga una razón de ser y todo forme un cómputo de razones y elementos para poder comprender, si es posible, lo ambiguo que puede llegar a ser todo. Pero esa ausencia de ritmo no significa que vaya a funcionar en todo momento.
En los primeros instantes, en el interior de un vehículo, somos testigos de un comienzo prometedor. Un grupo del FBI irrumpe cual elefante en cacharrería en la casa escondite de uno de los líderes de los cárteles de la droga. La violencia apenas es un esbozo pero lo que allí nos encontramos es tan sólo la punta del iceberg. Cuerpos torturados y emparedados para acabar la fiesta con una explosión que demuestra que no estamos ante un villano cualquiera. Sólo sabemos que en la situación que estamos no hay nada fácil. Lo que acontece a continuación es tan sólo ir siguiendo las pesquisas, las migas de pan, las indicaciones y dejar que otros actúen por nosotros pues en sí es de lo que trata “Sicario”, ser testigos pero no partícipes. Porque eso es lo que representa Emily Blunt, la protagonista de la función: una observadora impaciente. Ella es una novata del FBI, la cual se presenta como voluntaria para poder dar caza y captura al líder del cártel. Ella simplemente recibe órdenes y es relegada a observar, simple y llanamente mirar con detenimiento lo que otros hacen por ella y aprender lo antes posible.
Josh Brolin como oficial de la CIA y Benicio Del Toro como socio serán los que llevarán la batuta, la voz cantante, los que darán la orden y mando. El guión será el encargado, de forma muy lenta, sin meterse prisa, de que vayamos siguiendo las pesquisas pertinentes para poder comprender la razón de que no se le permita participar al personaje de Emily y descubrir como la burocracia, las leyes, la jerarquía, etc. nunca son un campo blanco sobre negro y como suele decirse: hecha la ley hecha la trampa. Mientras tanto Villeneuve, con su temple férreo pero contemplativo, va sembrando “Sicario” a base de pequeñas píldoras de tensión y acción bien narradas, bien ejecutadas y ante todo muy efectistas. A pesar de que la gran mayoría de escenas están expuestas en modo subjetivo, apartando la cámara o dejándonos a medias para que nuestra imaginación haga el resto, todo está al servicio de una razón de peso: comprender que estamos en territorio hostil, que estamos, como bien expone Alejandro (el personaje que interpreta magistralmente Del Toro), en territorio de lobos. Aquí no hay empatía, no hay perdón, no hay redención, no hay vuelta atrás. Es terreno para depredadores. Si hay que torturar para sacar información se hace, si hay que erradicar a todo elemento que se cruce en el camino u objetivo se elimina y si hay que manipular la verdad para conseguir un bien y un fin común se hace, porque es lo que hay que hacer.
“Sicario” es ante todo un ejercicio de estilo despojado de toda emotividad, aquí no se trata de situar la cámara en elementos blandos o susceptibles, no necesita recurrir al maniqueísmo a pesar de contar algún episodio emocional para poder comprender las razones de cierto personaje. Pero tan sólo es un pistoletazo de salida, un exponente que convierte a Alejandro en una máquina con un objetivo concreto, claro, conciso y sin posibilidad de vuelta atrás. A medida que la película va avanzando descubrimos que es tan sólo la herramienta necesaria para llegar hasta donde la ley no permite. Porque aquí nos encontramos con un triángulo (Blunt, Brolin y Del Toro) no amoroso sino ejecutor desde el lado legal y cuando las reglas no permiten ir más allá recurrimos a la parte oscura, la parte que no queremos conocer pero que comprendemos que debe existir. Contar más al respecto sería destrozar el porqué de todo el cómputo de elementos.
El problema radica en que la forma narrativa no está del todo bien engrasada. Es un ejercicio que parece sacado del programa “En tierra hostil”, donde cada escena es una especie de anotación en un cuaderno de bitácora que no logra levantar el vuelo más allá de algunos momentos desperdigados y todo lo acontecido en la parte final, quizás la más impactante y llamativa tanto por su espectacularidad, su ejecución y su posicionamiento (no hay lado bueno ni malo, sólo venganza). Mientras contemplamos la acción, los momentos tensos, “Sicario” se reafirma como un buen thriller, como un furioso filme de acción enfocado en erradicar un problema que a día de hoy no tiene posibilidad de solución. Pero una vez dejamos a un lado todo lo que implica movimiento se torna en un filme un tanto acomodado en la solemnidad pausada, en darle un empaque cansado, como si creyese estar siendo maduro cuando en realidad no lo es tanto. Si a eso le sumamos una efusiva unanimidad por parte de la crítica lo único que se ha conseguido es en una correcta película envuelta en una (dudosa) gran película.
- continua en spoiler -
https://claquetadebitacora.wordpress.com/2015/12/30/critica-sicario-denis-villeneuve-2015-en-tierra-de-lobos/
En los primeros instantes, en el interior de un vehículo, somos testigos de un comienzo prometedor. Un grupo del FBI irrumpe cual elefante en cacharrería en la casa escondite de uno de los líderes de los cárteles de la droga. La violencia apenas es un esbozo pero lo que allí nos encontramos es tan sólo la punta del iceberg. Cuerpos torturados y emparedados para acabar la fiesta con una explosión que demuestra que no estamos ante un villano cualquiera. Sólo sabemos que en la situación que estamos no hay nada fácil. Lo que acontece a continuación es tan sólo ir siguiendo las pesquisas, las migas de pan, las indicaciones y dejar que otros actúen por nosotros pues en sí es de lo que trata “Sicario”, ser testigos pero no partícipes. Porque eso es lo que representa Emily Blunt, la protagonista de la función: una observadora impaciente. Ella es una novata del FBI, la cual se presenta como voluntaria para poder dar caza y captura al líder del cártel. Ella simplemente recibe órdenes y es relegada a observar, simple y llanamente mirar con detenimiento lo que otros hacen por ella y aprender lo antes posible.
Josh Brolin como oficial de la CIA y Benicio Del Toro como socio serán los que llevarán la batuta, la voz cantante, los que darán la orden y mando. El guión será el encargado, de forma muy lenta, sin meterse prisa, de que vayamos siguiendo las pesquisas pertinentes para poder comprender la razón de que no se le permita participar al personaje de Emily y descubrir como la burocracia, las leyes, la jerarquía, etc. nunca son un campo blanco sobre negro y como suele decirse: hecha la ley hecha la trampa. Mientras tanto Villeneuve, con su temple férreo pero contemplativo, va sembrando “Sicario” a base de pequeñas píldoras de tensión y acción bien narradas, bien ejecutadas y ante todo muy efectistas. A pesar de que la gran mayoría de escenas están expuestas en modo subjetivo, apartando la cámara o dejándonos a medias para que nuestra imaginación haga el resto, todo está al servicio de una razón de peso: comprender que estamos en territorio hostil, que estamos, como bien expone Alejandro (el personaje que interpreta magistralmente Del Toro), en territorio de lobos. Aquí no hay empatía, no hay perdón, no hay redención, no hay vuelta atrás. Es terreno para depredadores. Si hay que torturar para sacar información se hace, si hay que erradicar a todo elemento que se cruce en el camino u objetivo se elimina y si hay que manipular la verdad para conseguir un bien y un fin común se hace, porque es lo que hay que hacer.
“Sicario” es ante todo un ejercicio de estilo despojado de toda emotividad, aquí no se trata de situar la cámara en elementos blandos o susceptibles, no necesita recurrir al maniqueísmo a pesar de contar algún episodio emocional para poder comprender las razones de cierto personaje. Pero tan sólo es un pistoletazo de salida, un exponente que convierte a Alejandro en una máquina con un objetivo concreto, claro, conciso y sin posibilidad de vuelta atrás. A medida que la película va avanzando descubrimos que es tan sólo la herramienta necesaria para llegar hasta donde la ley no permite. Porque aquí nos encontramos con un triángulo (Blunt, Brolin y Del Toro) no amoroso sino ejecutor desde el lado legal y cuando las reglas no permiten ir más allá recurrimos a la parte oscura, la parte que no queremos conocer pero que comprendemos que debe existir. Contar más al respecto sería destrozar el porqué de todo el cómputo de elementos.
El problema radica en que la forma narrativa no está del todo bien engrasada. Es un ejercicio que parece sacado del programa “En tierra hostil”, donde cada escena es una especie de anotación en un cuaderno de bitácora que no logra levantar el vuelo más allá de algunos momentos desperdigados y todo lo acontecido en la parte final, quizás la más impactante y llamativa tanto por su espectacularidad, su ejecución y su posicionamiento (no hay lado bueno ni malo, sólo venganza). Mientras contemplamos la acción, los momentos tensos, “Sicario” se reafirma como un buen thriller, como un furioso filme de acción enfocado en erradicar un problema que a día de hoy no tiene posibilidad de solución. Pero una vez dejamos a un lado todo lo que implica movimiento se torna en un filme un tanto acomodado en la solemnidad pausada, en darle un empaque cansado, como si creyese estar siendo maduro cuando en realidad no lo es tanto. Si a eso le sumamos una efusiva unanimidad por parte de la crítica lo único que se ha conseguido es en una correcta película envuelta en una (dudosa) gran película.
- continua en spoiler -
https://claquetadebitacora.wordpress.com/2015/12/30/critica-sicario-denis-villeneuve-2015-en-tierra-de-lobos/
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Convirtiendo a ciudad de Juárez en un campo de minas donde cualquier momento puede ser el último, contemplamos con asombro que a pesar de haber una frontera los dos lados opuestos pueden llegar a ser un tanto ambiguos aunque se enfoque la maldad en un único bando. Lógico por otra parte. Momentos como el de la frontera (de ejecución y dirección impecable), donde la vida no vale nada y el gatillo lo puede apretar cualquiera o como el del túnel donde se enfatiza el modo subjetivo pues nunca vemos la batalla sino que llegamos con el resultado ya expuesto demuestran que estamos ante un enemigo que tiene un origen pero no un fin, colocando a la propia ciudad como un auténtico villano primigenio, como si todo en su conjunto fuese un mar de perdición. Es ahí donde la fotografía de Roger Deakins consigue un trabajo excelente, dándole ese tono terroso y áspero, seco y carente de estímulo, como si el propio Méjico fuese un lugar anclado en un pasado de color arenoso, desalmado, sinónimo de perdición y muerte (como bien exponen los muertos colgados del puente, desmembrados y despojados de vida).
Aún así la sensación final que uno tiene cuando termina es que menos metraje o algo más de ritmo no le hubiese ido mal, más aún con la historia que cuenta pues no es más que un ajuste de cuentas y ejecución para lo que quiere contarnos, una especie de western fronterizo con el ojo puesto en exponer que nadie está a salvo y nada es lo que parece. Y a pesar de narrarlo todo a través de los ojos de Kate, el personaje de Blunt, su rol queda un tanto desdibujado precisamente por no ser partícipe de los acontecimientos llevándose el gato al agua el rol de Alejandro, un auténtico lobo que no dudará en ningún momento en erradicar y aniquilar el objetivo principal de toda la función (y a todo aquel que se entrometa en el camino) como bien demuestra el tour de force que son los últimos 10 minutos donde él se acaba convirtiendo en un arma letal más que eficaz. Lógicamente, una vez finalizado el viaje comprendemos que la victoria es personal pues en un partido de fútbol, con niños jugando, se siguen oyendo disparos demostrando que se ha ganado una batalla pero la guerra sigue en pleno funcionamiento.
Aún así la sensación final que uno tiene cuando termina es que menos metraje o algo más de ritmo no le hubiese ido mal, más aún con la historia que cuenta pues no es más que un ajuste de cuentas y ejecución para lo que quiere contarnos, una especie de western fronterizo con el ojo puesto en exponer que nadie está a salvo y nada es lo que parece. Y a pesar de narrarlo todo a través de los ojos de Kate, el personaje de Blunt, su rol queda un tanto desdibujado precisamente por no ser partícipe de los acontecimientos llevándose el gato al agua el rol de Alejandro, un auténtico lobo que no dudará en ningún momento en erradicar y aniquilar el objetivo principal de toda la función (y a todo aquel que se entrometa en el camino) como bien demuestra el tour de force que son los últimos 10 minutos donde él se acaba convirtiendo en un arma letal más que eficaz. Lógicamente, una vez finalizado el viaje comprendemos que la victoria es personal pues en un partido de fútbol, con niños jugando, se siguen oyendo disparos demostrando que se ha ganado una batalla pero la guerra sigue en pleno funcionamiento.