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Voto de claquetabitacora:
8
Thriller. Intriga Danny Ocean es un carismático ladrón que, tan sólo 24 horas después de cumplir una larga condena en prisión, ya está planeando su próximo delito. Su objetivo: realizar el mayor atraco de casinos de la historia. Para ello formará un equipo de once hombres, cada uno de ellos el mejor en su campo. Sin embargo surgirá un problema inesperado: el dueño de los locales, Terry Benedic, está saliendo con Tess, su exmujer. (FILMAFFINITY)
2 de septiembre de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es posible que en pleno siglo XXI decir Rat Pack no signifique nada. Y es lógico pues las generaciones y las modas cambian. Pero si estuviésemos en los años 60 automáticamente nos vendrían a la cabeza nombres como Frank Sinatra, Dean Martin, Sammy Davis Jr., Peter Lawford, Joey Bishop o Angie Dickinson entre otros [...]. Una de las películas que representa el magnetismo comercial y empático que suponía juntarlos fue “La cuadrilla de los once” [...]. Dando un salto de gitante nos plantamos en plena década del 2000. Steven Soderbergh, por su parte, quiso tomarse una especie de descanso de hacer cine serio y comprometido pues venía de dos pesos pesados como “Traffic” y “Erin Brockovich”. Decidió relajarse sin apartarse mucho de la cámara. Para ello fijó la vista en la obra de Milestone para realizar el correspondiente remake. Claro, había un serio problema. Aquella contaba con un reparto de lujo para la época en la que se rodó y si se quería conseguir un reparto igual de interesante debía codearse, como mínimo, de actores que pudieran representar un reclamo lo suficientemente potente como para que la gente tuviese curiosidad. De ahí que se reunió a George Clooney, Brad Pitt, Matt Damon, Julia Roberts y Andy García junto a otros tantos más para lograr hacer un reparto coral y homogéneo donde se demostrara que había química absoluta entre todos. Si hay algo claro con “Ocean’s eleven” (2001) es que estamos hablando de un director que juega a la perfección con la estética, el montaje, el ritmo y el enfoque [...].

Como si de una jugada de ajedrez maestra se tratase, la película se divide en tres partes muy bien diferenciadas. Lógicamente estamos ante la clásica y típica película de ladrones. No hay mucha novedad en cuanto al fondo de la cuestión. Tenemos un equipo, tenemos un golpe que dar, tenemos un villano al que desplumar y sobre todo tenemos la ejecución del plan con sus correspondientes imprevistos para conseguir la empatía del público para que se involucre en la ecuación. Es sabido que en Hollywood siempre han conseguido dar a los ladrones de guante blanco el disfraz necesario para que el espectador se identifique con ellos al instante. No es de extrañar que siempre estén interpretados por actores que se han ganado la simpatía del público. Para esta ocasión el líder de la banda no es otro que George Clooney. Si su socio de fechorías está interpretado por Brad Pitt da igual lo que quieran hacer y lo que vayan a robar: nos tienen metidos en el bolsillo [...].

Emplazando la acción en Las Vegas, todo cuanto acontece está dentro de un constante reclamo de luces de neón, desenfreno y perdición. El rey del lugar no es otro que Terry Benedict, un frío, implacable, metódico, despiadado, elegante, pérfido y ante todo impecable Andy García que en todo momento tiene la situación bajo control, domina a la perfección todo cuanto acontece en sus casinos y custodia en su fortaleza inexpugnable un tesoro de muchos ceros en su haber. Lo interesante del caso es que en ningún momento le vemos cometer ninguna fechoría, no hace nada que pueda provocar la animadversión del espectador, simplemente es un empresario, duro y que nada escapa de su poder pero nada que le haga ser un auténtico rufián. Simplemente haberse cruzado en el camino de Ocean. Es interesante como al congraciarnos con el héroe de la película logramos coger antipatía por alguien que no ha hecho nada grave o como mínimo reprochable (tan sólo en los últimos segundos podremos comprobar cómo el dinero sigue siendo el poderoso caballero y el que demuestra quien es realmente el ambicioso aquí). Pero esto se trata de un problema de amores y como tales son los que causan las peores venganzas. Y así lo demuestra en todo momento el guión [...].

En esta jugada de casinos y ladrones, Soderbergh decide no alejarse mucho de un estilo retro que, quizás, no queda demasiado lejos de las películas elegantes de la década de los 60 para demostrar su don tras la cámara rodando con soltura, compostura y siempre manteniendo una ambientación de tono dorado, glamouroso también a su manera. Una vez conocemos quienes son los implicados y cuales son los “dones” de cada uno de ellos, pues al tratarse de una película de ladrones y estafadores cada uno deberá ejercitar un “oficio”, nos adentramos en lo que representa el festival, la traca sonora, el despliegue de medios que hace de este ejercicio uno de los más atractivos del género. Cada parte está orquestada por alguien que sabe cómo lograr que todo esté dentro de un engranaje milimétrico que ni chirría ni se retrasa. Todo está al servicio del más difícil todavía, más aún cuando un casino en concreto (aunque los que se roban sean tres) es convertido en un auténtico laberinto de trampas, cabriolas, engaños y argucias dignas del mejor escapista. Nada está dejado al azar, nada está colocado de forma atropellada y ante todo ninguna pieza está fuera de lugar [...].

Claro, como suele suceder en este tipo de películas corales no todos los personajes tendrán el mismo protagonismo ni se les permitirá tener su momento de gloria lo suficiente como para resultar memorable [...] pero el guión de Griffin logra salvar la situación por darles un carácter y una presencia lo justa como para enmendar ese pequeño error. Dejando claro esa idiosincrasia particular podemos llegar a contemplar que Julia Roberts es más el objetivo a conquistar que una actriz de mucha presencia o que George Clooney, aún siendo el líder de la banda, acaba siendo eclipsado por el propio Brad Pitt y convertido en secundario de forma muy sutil. Pero sin ser realmente un problema de concepto, donde se demuestra una compenetración en perfecto estado, es en la auténtica química entre todos los actores, un reparto homogéneo, que realizan sus escenas sin chirriar ninguno de ellos. Incluso la camaradería entre Clooney y Pitt es tan potente que hay escenas donde no hacen falta diálogos sino simples silencios para contestar [...].

- continúa en spoiler -
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
claquetabitacora
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