Decía un gran amigo que la vida no es como las películas, en la vida no hay un principio y un fin de todo, que tampoco hay un bien y un mal perfectamente diferenciados, que son un conjunto de historias que se solapan, que se unen, que quedan inconclusas..en la vida todo se mezcla; la tragedia con las reflexiones profundas y también con la cotidianidad de unas tostadas o un té antes de dormir. En la vida te ocurre que te mueres y que te puedes morir con muchos proyectos por hacer, no hay un momento perfecto. El cine latinoamericano en general y el argentino en particular saben conjugar perfectamente estos preceptos sobre la existencia, otorgándole a la par una profunda importancia y una simpática resignación hacia lo que no se puede cambiar.
A la vez que ensalzo todos estos valores tengo que descontar la excesiva individualidad de la historia contada. El nivel intelectual del protagonista nos lleva hacia mundos interiores muy ricos pero también muy individuales. Algo de pretenciosidad que me impide engrandecer un título para los que nos gusta reflexionar.