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España España · Sevilla
Voto de Seldon:
6
Drama. Fantástico Oscar y su hermana Linda viven desde hace poco en Tokio. Él sobrevive traficando con drogas, ella trabaja como stripper en un club nocturno. Durante un forcejeo con la policía, Oscar cae herido tras un disparo. Aunque muere, su espíritu, fiel a la promesa de no abandonar a su hermana, rechaza abandonar el mundo de los vivos. Su espíritu vaga ahora por la ciudad y sus visiones son cada vez más caóticas. (FILMAFFINITY)
13 de diciembre de 2012
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se si se puede filmar la experiencia de la muerte de uno mismo y contarla desde dentro, en primera persona, y salir airoso, pero eso es lo que Gaspar Noé intenta hacer en Enter The Void, una de las películas más raras e inclasificables que he visto nunca.

La historia es aparentemente simple: Óscar es un joven occidental que sobrevive en Tokio desde hace algún tiempo, buscándose la vida y trapicheando a veces con drogas, para poder pagárselas, pues también es consumidor. Tiene un grupo de amigos y conocidos también occidentales con los que se relaciona, entre ellos Alex un pintor medio hippie, y Victor que vive con sus padres. Óscar es huérfano desde niño, cunado sus padres murieron en un accidente y tiene una hermana menor, Linda a la que está muy unido y de la que prometió que nunca se separaría, pero que acabaron en hogares de acogida distintos al quedarse huérfanos. Una vez establecido en Tokio, Óscar convenció a su hermana para que se viniera a vivir a Japón con él, y desde hace algún tiempo ella trabaja como bailarina en un club de striptease llamado Sex Money Power, con cuyo dueño está liada.

Una noche Victor lo cita en un garito de mala muerte llamado The Void (algo así como “el vacío”) para venderle droga, pero es una trampa: por venganza (debido a algo que no desvelaré pero que se cuenta en la película) Victor ha avisado a la policía que los está esperando. Cuando la policía va a detener a Óscar, a este le entra pánico y en parte por su imprudencia y la estupidez de su reacción y en parte por accidente, acaban disparándole en los servicios.


Lo que he contado no llega a cubrir los primeros 30 minutos de una película que dura más de 150, y además gran parte de ella la ocupa una escena en la que Victor comenta con su amigo Alex el Libro tibetano de los muertos (el Bardo Thodol). Desde que Linda (interpreta por Paz de la Huerta, a la que descubrí en Boardwalk Empire, donde es la amante de Nucky Thompson) llegó a Tokio, Alex pretende, sin mucho éxito, ligar con ella, y mientras habla de ella con su hermano para que le facilite las cosas, le va explicando e interpretando el Bardo Thodol, libro que le ha prestado a Victor para que lo lea.

Se supone, o eso es lo que le explica Alex, que el libro detalla los estados por los que se transita el alma una vez se ha producido la muerte, desde la contemplación de uno mismo desde fuera del cuerpo hasta la reencarnación pasando por la visión de la luz interior, el recuerdo de la vida pasada, el errar por el mundo apegado a los seres queridos, etc. Además también nos enteramos de que Óscar, siempre curioso y deseoso de probar nuevas drogas, ha conseguido finalmente probar el DMT, al parecer la droga más potente que existe. Al parecer el DMT (Dimetiltriptamina) se encuentra de forma natural en la ayahuasca, y los indios de la amazonia lo usan como alucinógeno en ceremonias rituales, extrayéndolo de las lianas de dicha planta. No en vano ayahuasca significa literalmente “la soga de los muertos” porque los indios creen que es la cuerda que mantiene atado el espíritu al cuerpo y que, cuando se consume, le permite salir de él sin que el cuerpo muera, y experimentar lo que experimentaría un espíritu fuera de su cuerpo, mientras que cuando una persona muere, el espíritu se libera porque esta cuerda se ha roto.

Cuento todo esto porque lo que pretende Noé poner en imágenes es precisamente esto: no sólo la experiencia alucinógena de la droga, sino la experiencia “real” del espíritu liberado del muerto, y a la que el consumo de la droga, al parecer, se asemejaría bastante.

Las películas (pocas) de Noé siempre han sido muy impactares y no sólo visualmente: las primeras, Carne y su continuación Solo contra todos contaban con rudeza una historia ruda; la más conocida, Irreversible, polémica sobre todo por la famosa escena de la violación (que a mi no me pareció de hecho lo más duro de la película) ya introducía una forma de narrar muy particular: música y ruidos estridentes, encuadres poco convencionales, orden cronológico inverso, y además con ritmo decreciente (las primeras escenas, es decir las últimas cronológicamente, tiene un ritmo desenfrenado y mareante, y a medida que nos vamos acercando a las últimas, o sea las primeras cronológicamente, cada vez es más lento, pausado y relajante).

Como os podéis imaginar, esta no es una excepción, porque lo que define a la película y donde está su mayor interés es en la manera tan peculiar de narrar en imágenes que usa Noé, ya desde los títulos de crédito inciales: estroboscópicos, parpadeantes, estridentes, y no recomendables para un epiléptico.
Durante la primera parte, todo lo que el espectador ve y sabe lo hace a través de la perspectiva del protagonista, bien porque lo veamos todo desde su perspectiva subjetiva (la cámara es el punto de vista de Óscar), bien porque sabemos lo que piensa gracias a una omnipresente voz en off que nos va narrando sus pensamientos. Rara vez vemos la cara del protagonista, y cuando la vemos es porque él se ve a sí mismo reflejado en un espejo. Lo único que vemos es o bien lo que él ve, o lo que él percibe consumiendo la droga, o bien su nuca, pues la cámara (siempre cámara en mano, incluso en los travelings) sigue a Óscar desde atrás.
A partir del momento del tiroteo, esa voz en off que es la conciencia desaparece, y empieza lo orgía visual. A partir de ahí hay largísimos planos-secuencia que nos van llevando a través de la noche de Tokio acercándonos a escenas en la que aparecen los amigos de Óscar y vamos viendo lo que les sucede: se supone que lo que vemos es lo que ve el espíritu de Óscar, todavía apegado a sus seres queridos. La mayoría de estas escenas están rodadas en perspectiva cenital, usando planos picados, y así “volamos” viendo las calles de Tokio desde arriba, o las habitaciones cerradas donde ocurren las escenas, también desde “el techo”.

(sigo en el spoiler sin desvelar nada)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Seldon
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