Un joven Martin Scorsese, con guion del infalible Paul Schrader, estrenaba en los ya lejanos 70 este crudo y demoledor drama sobre la locura, protagonizado por un casi irreconocible Robert DeNiro. Travis, su personaje, es un solitario taxista que arrastra problemas psicológicos desde el Vietnam. Intenta ser sociable e incluso aspira a ligarse una desconocida que solo ha visto varias veces en la calle, Betsy, interpretada por una irresistible Cybill Shepherd. Pero por otro lado, su patología le impide cambiar, quitarse ese carácter bizarro y oscuro que ahuyenta a los de su alrededor. Sumado al hecho de su trabajo de taxista, moviéndose entre las catacumbas de la sociedad, dominadas por prostitutas y gente de la peor calaña como mafiosos y camellos, hacen que empeore hasta literalmente explotar.La dirección, sombría e impecable, nos muestra sin tapujos la decadencia de la ciudad de Nueva York, o mas bien de la sociedad estadounidense en general, deprimida por crisis y derrotas militares. Tanta soledad, tanta indiferencia de los demás y tanta violencia se transforman en un cóctel peligroso, que no es ni mas ni menos que Travis Bickle. Decide ser el justiciero donde no se aplica la ley y en donde las autoridades no puedan o no les interese hacerlo. También intenta acabar con la vida del senador Charles Palantine, el político del que Betsy hace campaña, seguramente porque le recuerda demasiado a ella. Y, si esto no suena ya psicópata, Travis se fija en una prostituta adolescente, Iris(Jodie Foster), que primero quiere que sea la sustituta de Betsy pero al final decide salvarla de su proxeneta, creyendo que es su mejor oportunidad para ser reconocido por fin en este estercolero de mundo.
Destaco en los aspectos técnicos la melancólica y perturbadora banda sonora de Bernard Herrmann, y las fabulosas interpretaciones de todos los actores, sin excepción. El final, aunque no tenga diálogo, es mas que efectivo y te deja pensando.
En resumen, una Obra Maestra que, a pesar de su evidente limitado presupuesto, consiguió un éxito que aun hoy sigue repitiéndose. Y no es para menos, ya que esta maravilla constituye un aterrador mensaje a aquel desesperanzado Estados Unidos, en una situación política y económica deprimente. Quien sabe si no solo los USA sino el mundo entero, cada vez mas convulso, podamos ir en dirección a la mas absoluta locura, como le ocurrió a ese taxista llamado Travis. A cualquiera nos puede pasar.