Al este del Edén era la única película de James Dean que me quedaba pendiente de ver. Siempre se me resistió y ahora por fin le ha llegado la hora. Y la verdad es que me he encontrado con una obra fascinante que de haberla visto cuando pude de pequeño no la habría disfrutado plenamente porque no la habría entendido. Se trata de un drama familiar intimista ambientado en la América rural de los años diez con la Primera Guerra Mundial como telón de fondo.

Un inflexible empresario y devoto practicante es padre de dos hijos. Aron al que adora y Cal al que aborrece. Cal es un muchacho díscolo y atormentado mientras que Aron es el hijo modelo fiel reflejo de su padre. Cal descubre a través de chismorreos que su difunta madre en realidad está viva y dirige un próspero burdel. Mientras su padre se arruina con un negocio fallido y Cal pide ayuda económica a su madre para cultivar judías cuyo precio está subiendo por una eventual entrada de Estados Unidos en la guerra. Pretende así recuperar el dinero que perdió su padre para ganarse su afecto y respeto.

Elia Kazan consigue con este film una de sus obras más recordadas, un emocionante drama genialmente escrito e interpretado por unos actores fantásticos en especial un James Dean hipnótico. Sin duda es el mejor trabajo de su corta y prometedora carrera. También me gustó mucho el personaje de Abra la novia de Aron. Una joven poco agraciada pero encantadora que se gana el cariño del espectador con una emotiva interpretación a cargo de Julie Harris que se llevó el Oscar con todo merecimiento.

Los primeros cincuenta minutos no me engancharon pero a partir del momento en que Cal acude donde su madre para pedirle ayuda, reconozco que la historia me cautivó. El final también es digno de recordar, intuyes que va a pasar algo malo, algo verdaderamente dramático cuando todos ponen las cartas sobre la mesa...