Considero de quitarse el sombrero coger siete perras, unos cuantos amigos y un guión escrito por uno mismo y lograr crearse una leyenda, ojalá yo pudiera (imposible, entre otras cosas porque estas cintas sólo triunfaban de esta manera en una época muy concreta dentro de la historia del cine: ¡los 70!).
Analizando fríamente la generación del llamado "cine de medianoche", lo cierto es que es de escasa calidad cinematográfica. Vamos a ver, reitero la idea de que es cojonudo poder fabricar una película con recursos humildes y que ésta consiga triunfar a lo grande, equiparando su estela al de las grandes superproducciones, e insisto en que ojalá hoy día se pudiera (lo último que recuerdo así fue la Bruja de Blair, de eso hace ya diez años). Pero pelis como LA NOCHE DE LOS MUERTOS VIVIENTES, PINK FLAMINGOS, CAIGA QUIEN CAIGA o THE ROCKY HORROR PICTURE SHOW*, si bien divertidas o interesantes, no son precisamente obras maestras.
Es un gran mérito haber conseguido crear polémica, romper moldes, llamar la atención y dejar un recuerdo de aquellas películas tan cutres. No obstante, y ciñéndonos a EL TOPO, me parece algo larga, pelín aburrida y tampoco es que nos vaya a contar aquí la panacea del pensamiento filosófico universal a estas alturas. Digamos que sus mensajes metafóricos son demasiado explícitos, demasiado "aquí viene otro símbolo", aunque luego la mayoría no se entiendan (a menos que te metas dentro del cerebro del Jodorowsky... supongo que Sánchez Dragó puede hacerlo). Vamos, que yo creo que el verdadero mérito está en contar una historia atrayente con todos esos mensajes subyaciendo bajo el guión, no a flor de piel.
Pero en ese tiempo, la gente se flipaba mucho... por suerte para ellos.