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España España · Madrid
Voto de jokinr:
1
Terror. Fantástico Por motivos promocionales, una pareja de bellas modelos es enviada a alta mar, en una lancha motora. Sin embargo, la embarcación no tarda en desaparecer inexplicablemente. La pareja que dirige la agencia, un ayudante, un científico y otra modelo, amiga de las otras, acuden al punto donde desapareció la lancha, y topa con un decrépito buque medieval, poblado de esqueléticos y sanguinarios monjes templarios. Tercera parte de la tetralogía ... [+]
20 de marzo de 2018
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un historiador francés del cine sugirió hace no muchos años, quizá con la intención de llamar la atención, que la serie de películas de templarios de Ossorio era una metáfora de la España franquista. Ejem… Parece que para algunos académicos extranjeros el cine español más casposo es el que más interés les despierta: Jesús Franco, Ossorio, Juan Piquer, Joselito, etc. Desde luego, merced a este “Buque maldito” el universo metafórico que se abre ante nuestras mentes puede ser infinito. Los zombis templarios pueden trasladarnos tanto al consejo de ministros de Arias Navarro como a las tías besuconas que nunca faltan en ninguna familia española que se precie, o bien a las turistas suecas que perseguían al españolito bajito y feúcho en las playas de Gandía. En fin, más allá de lo que a cada cual inspiren esos monjes sin rostro que caminan a velocidad de andador, lo que no parece discutible es lo que aparece ante nuestros sorprendidos ojos: un subproducto de fanta-terror español hecho con cuatro duros mal gastados, con un guión que parece perpetrado por uno de los zombis templarios de la propia peli en sus horas libres, unos efectos especiales que nos retrotraen a la época de la linterna mágica, unas actuaciones dignas de una función escolar de fin de curso y una dirección no muy alejada en cuanto a ambiciones estéticas a la de “Gran Hermano” u “Operación triunfo”, por no hablar de montaje, fotografía, puesta en escena… los cuales pueden figurar en una antología del despropósito cinematográfico.
En conclusión, un bodrio sin mucha gracia que únicamente llama la atención por lo pésimamente elaborado que está. Ni aposta.
jokinr
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