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Bélico. Drama
Tras ser derrotados por los rusos, Kaji y los pocos hombres de su unidad que han sobrevivido emprenden una larga marcha en un intento desesperado de llegar a territorio amigo. Tras sortear no pocas dificultades, Kaji se ve obligado a rendirse y es enviado a un campo de prisioneros en Siberia. (FILMAFFINITY)
20 de enero de 2023
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leo que esta trilogía es una de las cumbres del cine en general, del cine antibélico en particular. Después de verlas en tres días, a película de más de tres horas por día, y en pantalla grande, confieso mi sorpresa. Con claras influencias expresionistas, desde el blanco y negro contrastado, los primeros planos casi de cine mudo, las tomas inclinadas, los recursos oníricos..., la película, las películas, nos cuentan la historia de un hombre bueno inmerso en una guerra cruel, donde cada persona con la que se encuentra es peor que la anterior. Intenta humanizar el trato a los prisioneros/esclavos, a los reclutas, a los civiles con los que se cruza, sobre todo a las mujeres. Pero...
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spoiler:
No lo consigue y acaba recurriendo a la violencia y al asesinato, aunque sea el de uno de los personajes más despreciables de la cinta. Su simpatía por el socialismo, reflejada en las secuencias que comparte con los soviéticos, probablemente los únicos humanos de la película, con una sorprendente imagen del "padrecito" Stalin como fondo de la suave reconvención que un oficial ruso da al protagonista, recorre toda la obra. Los demás (chinos, japoneses, coreanos) son auténticos lobos prepotentes, rencorosos, lujuriosos, retorcidos o todo a la vez. La violencia es constante. El protagonista recibe mil bofetadas en cada una de las partes, y, como él, cualquiera que esté subordinado. La cinta es más antimilitarista que antibélica, pues no parece oponerse a la guerra sino al absurdo sistema militar, japonés en particular. El socialismo parece, pero tampoco es la solución. Solo queda el desprecio, la soledad y la muerte buscando el amor de la angelical Michiko.La condición humana es lamentable, pero no hacen falta casi diez horas para recordárnoslo.