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Voto de CarlosDL:
10
21 de abril de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Será el café, serán las tostadas...
Será la mantequilla o será la mermelada...
No sé lo que será, pero hoy me he levantado con ganas de ver esta maravilla de cortometraje escrito, dirigido y protagonizado por Nacho Vigalondo. Sigo todo lo cerca que puedo todos y cada uno de los trabajos de este showman desde que hace 5 años un profesor de 'Lengua y Literatura' me pusiera este corto en una clase. Me enganchó, se me pegó la musiquilla. No pude quitarme la mirada de este imbécil de la bomba en todo el día. Me sorprendió cómo una música y una coreografía tan desaliñada podía embaucarme de esa manera. No sé las veces que lo habré visto, pero me sigue pareciendo espectacular la manera que tiene de llamar la atención con un humor bien logrado, una historia de amor de tantísimo tiempo narrada con una guitarra que no se hace cargante en ningún momento, sino todo lo contrario, y una frescura en la dirección que asusta.
Esta puede que sea una de las razones por las que los cortometrajes pasaron a formar parte de mi entretenimiento habitual. Cómo en tan poco tiempo, Vigalondo es capaz de contar tanto de este loco enamorado.
Muy merecida su nominación al Oscar' por este cortometraje, que lanzó a este joven director de festival en festival con resultados fantásticos. Espero que siga llevándose ovaciones de crítica y público como ha hecho hasta ahora.
Será la mantequilla o será la mermelada...
No sé lo que será, pero hoy me he levantado con ganas de ver esta maravilla de cortometraje escrito, dirigido y protagonizado por Nacho Vigalondo. Sigo todo lo cerca que puedo todos y cada uno de los trabajos de este showman desde que hace 5 años un profesor de 'Lengua y Literatura' me pusiera este corto en una clase. Me enganchó, se me pegó la musiquilla. No pude quitarme la mirada de este imbécil de la bomba en todo el día. Me sorprendió cómo una música y una coreografía tan desaliñada podía embaucarme de esa manera. No sé las veces que lo habré visto, pero me sigue pareciendo espectacular la manera que tiene de llamar la atención con un humor bien logrado, una historia de amor de tantísimo tiempo narrada con una guitarra que no se hace cargante en ningún momento, sino todo lo contrario, y una frescura en la dirección que asusta.
Esta puede que sea una de las razones por las que los cortometrajes pasaron a formar parte de mi entretenimiento habitual. Cómo en tan poco tiempo, Vigalondo es capaz de contar tanto de este loco enamorado.
Muy merecida su nominación al Oscar' por este cortometraje, que lanzó a este joven director de festival en festival con resultados fantásticos. Espero que siga llevándose ovaciones de crítica y público como ha hecho hasta ahora.