Prácticamente perfecta. Sin ser capaz de argumentar sobre detalles técnicos o visuales (estaba demasiado ocupada disfrutando al máximo mientras la veía) podría afirmar que su argumento, sencillo, limpio y transparente, llega a estremecer, sobretodo si el espectador se ha encontrado o se encuentra en alguna situación parental fuera de lo común. Ilusiona, motiva y emociona ver un boceto tan tierno del amor de un padre por su hijo. Y divierte, divierte muchísimo, incluso hasta llorar. Los comentarios ingeniosos de algún personaje harán que uno ría continuamente durante todo el desarrollo. La estás viendo y ríes hasta el éxtasis. Acaba, y el mensaje de esperanza y lucha cae sobre ti de lleno, dejándote una sensación de absoluta plenitud.