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España España · Abroad (de momento)
Voto de Shinboneniná:
9
Drama América, años 40. Don Vito Corleone (Marlon Brando) es el respetado y temido jefe de una de las cinco familias de la mafia de Nueva York. Tiene cuatro hijos: Connie (Talia Shire), el impulsivo Sonny (James Caan), el pusilánime Fredo (John Cazale) y Michael (Al Pacino), que no quiere saber nada de los negocios de su padre. Cuando Corleone, en contra de los consejos de 'Il consigliere' Tom Hagen (Robert Duvall), se niega a participar en ... [+]
9 de mayo de 2010
18 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de que la familia Corleone entrara en escena se habían hecho pelis de mafiosos, pero después nada fue igual. Desde entonces tenemos la certeza de conocer los entresijos de la Cosa Nostra, más aún, de identificarnos con ese clan de malnacidos sin escrúpulos cuyo código ético se basa en la ambición, la felonía y la venganza. A partir del Don, aprendimos a distinguir entre lo que es personal y lo que forma parte de los negocios: no existe ninguna diferencia. Recuperamos a un grandioso Brando al que apenas se entiende pero cuya recreación del alma mater de la saga es, sencillamente, insuperable. También conocimos a Pacino antes de que fuera Pacino, cuando era un gran actor. Supimos, además, cómo era una boda siciliana, porque antes de Coppola nadie se había casado ni en la isla mediterránea ni en ninguna otra parte del mundo. Incluso nos dimos cuenta del verdadero significado del noviazgo procesional: a eso se le llama ir con carabina. Aprendimos igualmente que la cabeza de un pura sangre queda mucho más aparente sobre la sábana bajera que disecada en la pared del salón. Entonces entendimos cómo empezó Sinatra, para qué sirven las cisternas de los váteres de mala muerte y comprendimos el significado de la palabra vendetta. Y que mentir mirando a los ojos de tu propia esposa es pan comido para un jefe mafioso. Todos tenemos la sensación de que esto ha sido mucho más cierto que cualquier historia adornada con la etiqueta ‘basada en hechos reales’.

Todos están soberbios –guión, dirección, interpretaciones, música- , pero quizá nunca se pondere lo suficiente el trabajo de fotografía de Willis, sin cuya estética esto no hubiera sido lo mismo.
Shinboneniná
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