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España España · Abroad (de momento)
Voto de Shinboneniná:
3
Terror. Fantástico Una familia americana de clase media se traslada a vivir a un idílico barrio, pero dentro de la casa empiezan a suceder cosas extrañas, fenómenos paranormales para los que no hay explicación posible. (FILMAFFINITY)
9 de enero de 2010
25 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tal vez el profeta de Cuatro se enganchara al mundo paranormal después de ver esta película. De hecho, tiene la misma estructura que sus programas: una ambientación inicial prometedora, un rápido paso al golpe de efecto para epatar –sólo a los fácilmente epatables- y una clausura de verbena de pueblo donde todo el mundo se ha pasado a otra dimensión vía calimocho.

El planteamiento es el siguiente: en una casa cualquiera de los Estados Unidos, una familia, primero a través de la hija menor, de 5 años, comienza a percibir ciertos fenómenos inexplicables: ruidos, televisores que funcionan a su bola, susurros. Pronto se pasa a la telekinesis y las sillas comienzan a corretear y a hacer composiciones arquitectónicas que ya quisiera Gaudí. A los habitantes de la casa, cual granhermaneros tarados, la cosa les hace gracia y a punto están de montar un parque de atracciones en la cocina. El siguiente paso es la aparición directa de fantasmas, terremotos, tornados, árboles que cobran vida y hasta una abducción televisiva que ya les gustaría a los de Tele 5. En la urbanización deben de ser todos gilipollas, o estar en coma profundo, porque nadie se entera de nada. Como es lógico, en lugar de acudir a la policía, sección fenómenos extraños, papá y mamá deciden recurrir a la versión americana de Tristanbaker, un patético trío cazafantasmas, pero la cosa les viene grande y el asunto se complica. Es entonces cuando aparece mamá Galindo.

Los efectos especiales se han quedado desfasados, aunque es lógico, habida cuenta del tiempo transcurrido y los avances tecnológicos aparecidos desde entonces. Lo que no tiene perdón es que el guión sea penoso, que la puesta en escena se decante desde el primer cuarto de hora por la cacharrería escenográfica, que las interpretaciones estén más logradas en ‘La bola de cristal’ y que en Cuesta Verde sean todos anormales.

Otra muestra más del penoso cine que se hacía en los 80 y que, sorprendentemente, sigue teniendo muchos admiradores.
Shinboneniná
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