Creo que ya he hablado alguna vez de los productos de la factoria Netflix y de que todos se caracterizan por planteamientos ambiciosos – invasiones alinenígenas, futuros distópicos, catástrofes naturales o cerdos gigantes- que van a requerir fuertes inversiones en escenografía, una estrella si es posible o un par de caras conocidas que hagan de reclamo, tantos efectos especiales como haga falta y un guión que cuente una historia entretenida. Creo que también he dicho alguna vez que casi todos los productos Netflix terminan decepcionando en cierta manera, como si se quedaran sin gasolina -presuesto- a mitad de camino, como si la consigna fuese «Vale, proyecto aprobado, aquí tienes esta pasta mira a ver hasta donde llegas con ella»… y nunca llega el dinero hasta el final, lo que obliga a recortar aquí y allá y termina generando esa sensación generalizada de finales desangelados y atmósferas frías.

En el caso de “Spectral”, los recortes afectan a la música – repetitiva y de calidad ascensor –, a la dirección – competente, las escenas están bien rodadas, pero no hay nada de calor en ninguna secuencia y las transiciones son bruscamente anticlimáticas – y en ambientación, donde se ha ido a rodar a ubicaciones low cost de la Europa del Este intentando hacer pasar polígonos abandonados por ciudades en guerra. Tampoco ha habido mucha inversión en elenco, con las interpretaciones más robóticas que he visto en mucho tiempo.

Y con todo eso, la película mola. Al menos yo la disfruté como un enano. De entrada, los efectos especiales están a un gran nivel durante toda la película y Las ubicaciones rumanas están inteligentemente justificadas con un trabajo narrativo que ambienta la acción en un imaginario conflicto en Moldavia en el que participan tropas de EEUU. Además, la fotografía hace un buen trabajo trasladándonos a gran ciudad en ruinas, sin que apenas se note el Photoshop, logrando una inmersión muy, muy aceptable. Pero lo mejor está el argumento, con unos SEAL enfrentados a unos fantasmas muy consistentes y creíbles y que el planteamiento es de batalla campal entre unos y otros – lo habitual en el género es ver un marine o un reducido grupúsculo de marines contra los bichos para reducir el plano y no tener que invertir demasiado – sin escatimar en explosiones, atuendos ni complejas y creíbles coreografías en las que unos y otros mueren cuando les toca, sin esa reticencia del cine americano a que mueran los suyos. Otro punto fuerte es lo convincentemente equipados que están los soldados, usando el material que se espera que usen de la forma que hay que usarlo – salvo una referencia errónea a unos M1 Abrams que son claramente tanques rusos, pero bueno, se perdona -.

“Spectral” mete muchos giros y muy acertados. Cuando parece una película de terror sobrenatural evoluciona a película de guerra; cuando parece que va a seguir la ‘senda Alien’, gira hacia “Depredador” con toques de “El día de mañana”, “Final Fantasy” y “Cazafantasmas”. Un cóctel que suena arriesgado pero funciona a la perfección. Tiene partes que parece un videojuego y lo digo como algo positivo. Me he quedado con las ganas de ponerle un 8, pero sería injusto, la atmósfera Netflix de frialdad y desangelamiento – a falta de una palabra mejor - me lo impiden.