"El mito de Bourne" cumplió expectativas como secuela de la, para mí, obra maestra "El caso Bourne" ofreciendo otra convincente historia de espías que confirmaba el nacimiento de un nuevo universo cinematográfico que hasta la fecha tiene cuatro películas, un spin-off y una serie. A la crítica y a mucho público le gustó más que la primera y es verdad que la pareja que forman Matt Damon en pantalla y Paul Greengrass en la dirección ha sido desde entonces una garantía de éxito dentro y fuera de la saga, pero yo me sigo quedando - por muy poquito- con la
primera parte. Dado que ambas me parecen auténticas joyas separadas por décimas de valoración - una es un 9,5 y otra un 9-, creo que será más explicativo que ponga el foco en las diferencias.

Para empezar "El caso Bourne" cuenta con el plus de haber sentado las bases de la nueva generación de cine de superespías, alejados de la caricatura/comic de James Bond o las más recientes de Statham. Su logro más grande es conseguir que una historia de ciencia-ficción de supersoldados pueda parecer real mediante un enorme trabajo de dosificación de la acción y de planificación de las coreografías para que Bourne evite siempre la confrontación o, llegado el caso, pelee desde situaciones de ventaja, contra adversarios menos cualificados - matones de tres al cuarto, policía local- y siempre contra no más de dos a la vez, con armas creadas sobre la marcha, sin gadchetoartificios infantiloides. Hasta cierto punto, la trama de "El caso Bourne" es una historia que nos podríamos encontrar en cualquier telediario y consiguió que yo volviera a engancharme a las pelis de James Bond tras su replanteamiento y remasterización con Daniel Craig.

Inspirado en las novelas de Robert Ludlum, también hay que valorar que alguien fuese capaz de acabárselas - yo tuve que abandonar su lectura ante la sensación de volverme gilipollas tratando entender párrafos y párrafos sin cohesión alguna- y sacar algo provechoso de ellos. Hubo un momento en que pensé que era un problema de la traducción, pero qué va, es que están escritos tratando de humillar al lector.

"El mito de Bourne" amplía el horizonte y es más ambiciosa. Bourne pasa de pelear contra sus ex-jefes en modo perfil bajo, con subtramas locales y tratando de pasar desapercibido a verse envuelto en una megatrama que involucra a varias agencias gubernamentales de diferentes países. Hay más tiroteos, más persecuciones, más giros que la convierten en una película más compleja y espectacular, pero cada pelea, cada explosión, cada coche que salta por los aires, por muy realista que sea cada escena, le quita un punto de credibilidad a la historia en general. A Greengrass le queda una película estupenda que se merece todos los elogios, pero convierte a Bourne en un personaje cinematográfico, no en una persona que nos podríamos encontrar en la calle.

Con todo, absolutamente recomendable. Hay momentos de gran osadía y momentos más convencionales, pero todos dotados de un gran magnetismo para disfrutarlos sin poder despegar el culo del asiento.