Los hermanos Wachowski han decidido immolarse creativamente con un bodriazo que puede considerarse el equivalente al séptimo arte de las golosinas a la gastronomía: una indigesta porquería repleta de colores chillones.

Se conoce que de críos les sentó mal tragarse tanta animación japonesa y ahora nos ha tocado a los espectadores pagar el pato con un producto que dificilmente puede conectar con ningún tipo de público, excepto con algún loco de los videojuegos menor de edad. Afortunadamente su fracaso comercial impedirá nuevos castigos en forma de secuelas.

No entiendo porqué los célebres creadores de "Matrix" decidieron después de la primera parte de su trilogía que el guión es lo menos importante de una película y tampoco entiendo porqué Susan Sarandon y John Goodman se denigran prestando su careto a este despropósito. Sin embargo lo peor de la película es el repelente niño que ejerce de supuesto contrapeso cómico, y del que debo suponer que se trata del hijo de los directores o del productor. Qué horror...