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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
5
Drama Linda Lovelace es conocida principalmente por el notorio éxito de taquilla de la película porno de 1972, 'Garganta Profunda'. Más tarde, cuando dejó el negocio del porno, la actriz se divorció de Chuck Traynor y recuperó su verdadero nombre: Linda Boreman. Además, acusó a su exmarido de haberla obligado a prostituirse y dedicarse a la pornografía, recurriendo a todo tipo de violencia e incluso al hipnotismo. (FILMAFFINITY)
4 de octubre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo el mundo sabe que Linda Lovelace ganó fama como la mejor tragasables de la historia del porno. Su habilidad para engullir enteros rabos de longitud y envergadura preternaturales la convirtió en un icono mundial. Lástima que este biopic sea anodino, aburrido, insípido e inútil, cual vulgar telefilm de sobremesa. Sabemos que Linda se lo curró a modo, pero que el pedazo de mierda de su marido la obligó a ejercer su especialidad a punta de pistola, fuera de los focos, para ganarse unos dineritos. O eso dice la leyenda, que esta hagiográfica película reaviva y clarifica. Pobre Linda: unos padres trumpianos, religiosos y mojigatos a más no poder, policía él, ama de casa ella (sorprendente composición de Sharon Stone, otro icono sexual), un marido maltratador y violento, y ella una santa en manos de monstruos. La película no cuenta nada que no sepamos, de hecho recomiendo ver el esclarecedor documental Inside Deep Throat, mucho más interesante y trabajado. Ni siquiera la recreación de la época me pareció demasiado conseguida. Mamanda, ay, perdón, Amanda Seyfried se esfuerza, Sasgaard se pasa, y Hank Azaria se impone como Gerard Damiano, el director de Garganta profunda. El resto es silencio.
Para erotómanos: descubrir al principio de la película la aparición de Chloë Sevigny, otra que tal, quien en un espantoso film titulado The Brown Bunny le comía el nabo, en vivo y en directo, a su entonces pareja Vincent Gallo, en dura competencia con la susodicha Lovelace. Un guiño para cinéfilos, je je je.
Eduardo
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