Franck es gendarme. Es racista, fascista, machista, reprimido y, definitivamente, muy raro. Framck, además, es... un asesino en serie. Como es incapaz de follar con mujeres, las mata. Al azar, da igual quiénes sean. L'important c'est de tuer. Basada, al parecer, en un caso real, la película, tan alejada de los cánones del cine estadounidense, por fortuna, nos traza el retrato de este personajillo que, parapetado en su uniforme, comete las mayores tropelías sin pestañear. Se nos muestra su existencia cotidiana, su afición por la vida al aire libre, su extraña relación familiar (sufre las burlas de su madre por no salir con chicas), su filosofía deforme, su psicótica personalidad. Ahí es nada plantar una tienda de campaña en tu propio salón y dormir en ella, rodeado de mierda. Guillaume Canet borda su personaje de una forma muy matizada, casi sin alzar la voz, tejiendo gestos y expresiones faciales que desvelan el demonio que bulle en su interior. Cédric Anger, de quien lamento no haber visto sus dos anteriores obras, dirige con pulso firme la historia, ateniéndose a lo que importa y desdeñando la "paja". Todo cuanto aparece en pantalla es importante para la construcción de la trama. Decepcionará a los amantes del pimpampum y el gore, por supuesto, pero satisfará a quienes van al cine a ver una película bien contada y ambientada. Chapeau por el título.