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España España · Madrid
Voto de Charles:
8
Terror Jay, de 18 años, tiene su primer encuentro sexual con su novio en la parte trasera de un coche. Tras el hecho, aparentemente inocente, la situación se pone algo tensa cuando su novio hace que ella se desmaye. Al despertar, el joven le explica que lo hizo para ahuyentar a una serie de espíritus que lo acosan. A partir de ese momento, es Jay quien sufrirá las consecuencias de ese acoso, encontrándose sumergida en visiones y pesadillas; ... [+]
27 de junio de 2015
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Convengamos que el cine de terror siempre ha existido como metáfora política o social de los terrores más reales.
Que ha sido siempre una manera de hablarlos, y explorarlos, lejos de las restricciones de la realidad, y que más de una vez se ha conseguido encapsular con éxito el sentir general ante una amenaza real.
Entonces también convengamos que el cine de terror actual las más de las veces pierde el norte con cámaras encontradas y golpes de efecto, y olvida esta cualidad de cirujano social que otros como Carpenter o Craven entendieron a la perfección.

¿Donde coloca a 'It Follows' este S.XXI entonces?
Como poderosa y aterradora transmutación de la desconfianza general de estos tiempos, donde es más fácil huir y desentenderse que confiar en el vecino de al lado, aunque hayamos compartido una vida con él o ella.
Es, de hecho, bastante sorprendente que una historia "de terror" acierte en desnudar y poner sobre la mesa las pulsiones adolescentes de este nuevo siglo, en lugar de la indie de turno.

Jay vive en una pequeña localidad americana, un pueblo como cualquier otro, haciendo las típicas cosas de su edad. Días inanes y acciones inanes, que van conformando una adolescente cualquiera.
Quizá por eso es más escalofriante cuando se desata la paranoia en su vida, porque hasta hace poco ella no tenía que lidiar con nada complicado o extraordinario. A través de una creciente tensión, y sobrecogedora banda sonora, el terror se va apoderando de todo lo que antes era normal.

Y, probablemente, la concepción del terror no puede ser más acertada: una criatura que, no importa el por qué, o el cómo, siempre estará andando hacia ti. Imparable, infatigable. Sin más.
Lo que antes era normalidad ahora es terror: cualquiera puede ser el enemigo, en cualquier momento puede venir el fin, nadie está a salvo. Es en esa naturaleza cambiante de algo que nos inquieta sin saber por qué donde la historia tiene sus sutilezas más aterradoras: ¿quizá una metáfora de la vida adulta, que por primera vez se nos muestra a través del sexo, y a través de la cual somos conscientes de que la muerte nos llegará algún día? ¿a lo mejor un sentimiento de culpa que nos impide descansar, por habernos alejado voluntariamente del mundo despreocupado de la infancia?

No hay adultos, ni parecen existir. Nadie en quién confiar, no hay una mano experimentada que nos pueda librar del horror porque, parece decir David Robert Mitchell, los jóvenes ahora son lo suficientemente responsables como para ir por libre, tanto en lo bueno como en lo malo.
Y si hay divagaciones sobre la juventud, ya perdida, de sus protagonistas, recuerdos de cómo hace tiempo idealizaron una promesa que con la edad se descubrió menos interesante de lo que finalmente fue. Cuando hablan de cómo por fin les permitieron salir del barrio e ir a la ciudad uno puede imaginar, perfectamente, que allí encontraron algo que luego no era para tanto.

'It Follows' así supone un terror bastante más real de lo que parece: terror a la desilusión adolescente, a la falta de expectativas, a esperar que nos venga la última hora sin haberlo intentado siquiera, y finalmente, a la muerte. A morir cuando ya se acabó el misterio de la juventud.
Más malsana de lo que parece, la historia incluso juega con la condición sexual de la criatura, al privar al amigo de Jay de la oportunidad de ayudarla a través del sexo: al final, nadie sabe si el mejor amigo se disfraza de buen samaritano para ocultar un deseo irrefrenable por Jay, o si ella se disfraza de alma caritativa para ocultar sus ganas de librarse de una muerte que anda hacia ella. Mostrar una virtud que no se tiene, eso también forma parte de la vida adulta.

Si bien, al final, se entrevé una salida a esa desilusión, no es menos cierto que también se adivina que nunca desaparecerá del todo.
Y probablemente sea eso lo que nos hace vivir sin descanso. Amarga ironía.
Charles
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