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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Aventuras. Acción El agente británico 007 se deberá ver las caras con Auric Goldfinger, un malvado magnate que hace contrabando a escala internacional y que está fascinado por el oro. En el transcurso de la investigación, James oirá por primera vez hablar sobre la operación "Grand Slam", que parece ser un plan para desestabilizar toda la economía mundial. (FILMAFFINITY)
28 de septiembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicho más convencionalmente, no hay gran héroe sin gran villano.
Y 'James Bond contra Goldfinger' consiguió, de alguna manera, legitimar ambos.

Tras las dos anteriores misiones, tocaba hacer de algo frívolo y hasta cierto punto banal un mito para la posteridad. Tocaba, por una vez, poner contra las cuerdas a Bond, James Bond, y que lo más esforzado que hiciera en toda la historia no fuera aguantar cinco martinis del tirón.
Dicho y hecho: pétreas mujeres doradas y la voz de Shirley Bassey nos anuncian a Goldfinger, el hombre con el "toque de una araña", "tras el cual te quedarás atrapado en su telaraña".

Bond encuentra su enemigo a batir, y por primera vez llega al mundo real.
De hecho, en su primera escena juntos, Auric Goldfinger es rápidamente puesto contra las cuerdas y ridiculizado, como si se tratara de otro juego más de James, acostumbrados como estamos a lo que le hemos visto hacer siempre, reírse en la cara del peligro y llevarse la chica guapa.
Lo que sucede para cambiar esta percepción es casi de un terror surrealista, y, por derecho propio, Historia del Cine: la chica cubierta de oro anuncia un villano megalómano y excéntrico, una persona capaz de convertir una noche de placer en una pesadilla.

Resulta curioso observar, a partir de entonces, el claro contraste entre Goldfinger y Bond: mientras que uno es físicamente enorme el otro es esbelto, uno disfruta de su cáracter directo y campechano frente a la ironía del otro, uno confía en su inmenso poder de influencias y el otro solo en sus habilidades.
Guy Hamilton trajo a Bond el villano de la época, el hombre hecho a si mismo que ha creado un mini-imperio en sus propios términos, y que, lejos de estar satisfecho, desea incluso más poder. El banquero les ganó la mano a los genios del mal recluidos en islas paradisíacas, y concibió planes que tras la locura anticipaban un punto de genialidad.
Los hombres a sus órdenes, de claros rasgos asiáticos, casi dejan entrever una alianza provechosa con las políticas en el momento más alejadas del orden mundial. Destacando, como no, a Oddjob, el único esbirro al que un sombrero nunca sentó tan bien.

Incluso, por primera vez, una chica Bond, la increíble Pussy Galore, desafiaba el dominio de macho alfa de James Bond (lástima que no duraría mucho, pero la frialdad de Honor Blackman sigue haciendo honor a su leyenda).
Entre eso y su condición de invitado "a la fuerza", maniatado, y principal espectador de Goldfinger, quien desea a alguien a quien hacer testigo de su grandeza, James Bond ganaba en humanidad, pero sin manchar en absoluto su carisma a prueba de mujeres seductoras, prisiones vigiladas por asiáticos sin sentido del humor y partidas de golf con más malicia de la que se piensa.

Por primera vez, un héroe obtuvo beneficio de un villano.
A saber, convertirse por fin en un espía que no parecía estar de vacaciones atado en una camilla con un láser apuntando (y que podría haberlo parecido antes).
Charles
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