Separar en este caso lo que es una película concreta e individual, "La ley del silencio", de la historia que hay detrás y que todos conocemos se hace muy difícil. ¿Qué valoramos?, ¿la película o el hecho que Elia Kazan fuera uno de los chivatos en la maliciosa época de la caza de brujas? Yo no puedo dejar de pensar que lo que he visto es un intento de justificar lo que llegó a hacer Elia Kazan, no puedo desentenderme y no pensar que fue un chivato, un delator, un soplón cobarde y miserable. Al menos yo no puedo hablar en esta crítica sólo de la película, aunque sea brevemente diré que el mensaje de "La ley del silencio" en tanto que intento de justificación es lamentable.

Valoro la película y seré breve, le pongo un seis, muy lejos de quienes ven una obra maestra y de ahí no subo porque no me parece más que correcta. Brando se sale, posiblemente en una de sus mejores interpretaciones, da vida a un personaje mediocre que evoluciona movido por una lucha interior entre la razón y la conciencia, movido por el amor también, la verdad es que es un personaje con mucho jugo. Pero cada vez que aparece la nariz y el alzacuellos del cura Malden yo me he ido para atrás, la simbología de las palomas no me parece demasiado sugestiva y hay una valoración de una determinada escena (la del taxi, no la he visto con los mismos ojos) que no comparto. Por otro lado, si dejara de lado la simbología, para mí la historia de los tejemanejes en un muelle, el darle trabajo a unos y a otros no, que si nos cargamos a este o al otro, pues la verdad, tampoco es que sea para tanto.

La sombra del chivato Kazan es demasiado para mí, si me dicen antes de verla que esta película está firmada por otro igual la hubiera visto más a gusto. Reconozco que a mí los chivatones me caen mal y que es imposible (para mí) no tener en cuenta la mezquindad de sus actos.