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España España · Barcelona
Voto de Tithoes:
8
Acción. Thriller Ito, un hombre que trabajaba para la mafia, tendrá que proteger a una joven y escapar de su anterior banda criminal en una violenta batalla en las calles de Jakarta. (FILMAFFINITY)
23 de octubre de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor: la alternativa a la saga The raid en la que se traduce esta joya del cine de acción, y es que cuando dicha franquicia vio la luz parecía que nunca iba a encontrar una digna sucesora hasta que Timo Tjahjanto ha decidido regalar al público un trabajo en el que cada plano desprende un epicismo digno de recordarse por siempre jamás, ofreciendo no ríos sino mares de sangre, mediante todo tipo de armas (fabricadas e improvisadas) y fisionomías (a cuerpo descubierto), en variopintos escenarios (la carnicería puede que sea el más loable e impactante por la bestialidad que en él ocurre) con inusitada elegancia (que violencia tan explícita como la plasmada la atesore es muy meritorio); la rivalidad entre Joe Taslim e Iko Uwais, dos expertos en artes marciales cuyo enfrentamiento ficticio viene precedido de una amistad que se remonta tres años atrás (la historia alterna momentos pasados y presentes para explicar tan radical cambio de relación) y que, a la postre, protagonizan el típico enfrentamiento final que, frenético e inolvidable, concentra la dureza extrema atisbada en el resto de metraje (apenas concede segundos de respiro), no apto para estómagos sensibles; la deslumbrante e imaginativa coreografía, magníficamente ejecutada para sufrimiento de un sinfín de figurantes destinados a morir a manos (textualmente en la mayoría de casos) de despiadados mafiosos pertenecientes a “los seis mares”, la élite de la tríada más peligrosa del sureste asiático cuya carta blanca para mantener el orden sirve para que Netflix pueda presumir, al fin, de un proyecto destacable de veras de entre su amplio catálogo (en progresiva evolución) de prometedoras e insatisfactorias propuestas.

Lo peor: la traducción al español, sin llegar a ser nefasta, resta mucho carácter a los personajes (el traficante de heroína merece una mención a parte al ser uno de esos villanos que encandilan sin esfuerzo alguno) a causa de su contundencia original (lo habitual), percibiéndose en ciertas escenas que se han conservado tal cual (sabia decisión que francés, indonesio e inglés se antojen más locuaces que para internacionalizar idiomáticamente la cinta) presentándose subtituladas; el dramatismo familiar (se incluiría en este punto a la infante de telón fondo como simbólica expiación de pecados para lidiar con los demonios propios), aunque no abarca excesivos minutos y fundamenta la trama, perjudica al adrenalítico ritmo del conjunto; la misión suicida, precipitada e injustificadamente (desde una perspectiva realista) emprendida en aras de ajusticiar a todo aquel que se dedica al tráfico de drogas, armas y personas resulta un tanto contradictoria al llevarse a cabo, precisamente, por los integrantes de uno de los clanes instaurados en los suburbios más influyentes de tan ilegal panorama.

Daniel Espinosa
www.cementeriodenoticias.es.tl
Tithoes
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