Me gustaría escribir que después de ver la película me he sentido defraudado por las expectativas. Me gustaría decir que la actuación de Ledger está sobrevalorada y que todos los que creen que merece el oscar están influenciados por su muerte. Me gustaría decir que todos están equivocados y que solo yo y unos pocos hemos sido capaces de darnos cuenta de que la película es un timo, otra americanada, aburrida y pretenciosa, como tantas otras de esta época estival. Me gustaría decir que soy especial, que no me han engañado, que todos los demás están equivocados. Pero mentiría... porque la verdad es que, al igual que a la inmensa mayoría (criticos y público en general), la película me ha parecido una impresionante obra maestra.

Independientemente del ruido que se ha generado a su alrededor la película es un prodigio de ritmo y espectáculo, una elegante disertación sobre el bien y el mal llevada a su máxima expresión en la encarnación de los protagonistas principales.
No es solamente la mejor película de la historia basada en un comic, es mucho mas que eso. Son dos horas y media de cine en estado puro, de una historia bien contada, hilvanada escena a escena con una perfección fuera de lo común. Dos horas y media en las que cada frase merece ser escuchada una segunda vez. Dos horas y media de un reparto magnifico, cubierto de secundarios de lujo que elevan el nivel de la película a cada minuto de metraje. Dos horas y media de exibición de Ledger en las que da vida a uno de los personajes mas fascinantes de la historia del cine, una construcción soberbia, llena de detalles y matices diferentes que producen un efecto hipnótico, casi enardecedor. Dos horas y medias de escenas que quedarán en la retina del espectador para siempre, como únicamente lo logran los clásicos; el camión que vuela por los aires de Gothan a los pies de Batman, el sonido del viento contra la capa del heroe sobrevolando el cielo de Hong Kong o aquel baile de miradas entre Joker y Maggie Gyllenhaal mientras la cámara de Nolan orbita enloquecida a su alrededor. Todos esos momentos vuelven una y otra vez sobre nosotros como lo que son en realidad, esquirlas de una obra de arte en estado puro. Cine con mayúsculas.