17 de mayo de 2011
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La obra original se escribió para actrices poco agraciadas físicamente y preferentemente sin carisma; la estrenó en Broadway Kathy Bates y en Madrid, Anabel Alonso; claro, dijeron que después de Pretty Woman el director Garry Marshall jugaba bajo seguro con una chica como Michelle Pfeiffer que es hermosísima incluso así: camarera pobre en un apartamento pobre y sin maquillaje; es posible que tuvieran razón porque la Pfeiffer es imposible de afear, sin embargo, da muy bien el abandono, la tristeza profunda de una chica que ha padecido humillaciones y quiere borrarse del mundo; pero luego, cuando ya responde a la llamada de su Johnny es de una sensualidad y una belleza de inconmensurable valor: despierta un enorme deseo de gozarla y protegerla, como tantas otras veces: Pfeiffer es mucha Michelle y llegas a dudar si las bondades de la película realmente existen o es el aroma de su piel, la suavidad de su figura, el sabor de sus muslos... los que enaltecen la probable pasión que uno, espectador rendido a sus atributos, sería capaz de lograr.
Garry Marshall es un director que por lo general no me gusta; hace años que no veo nada realmente bueno, pero sí me ha gustado en Pretty Woman y mucho más en esta Frankie y Johnny donde cuenta con un guión estupendo escrito por el autor de la obra teatral original.
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